Sábado 15 de agosto. Plaza de toros de Alcúdia. Novillada sin picadores. Se lidiaron 6 novillos de Daniel Ruiz, nobles. Y uno, el séptimo, de Sancho Dávila. Un ‘regalo ocular’ gentileza del mencionado ganadero con el que año tras año obsequia a los componentes de la empresa Asociación Alcúdia Taurina.
Gabriel Pericás, saludos y dos orejas. Alejandro Gardel, oreja y dos orejas. Marcos, ovación, oreja y oreja. La plaza registró media entrada. La lluvia caída durante la mañana y primeras horas de la tarde restó algo de público.
Al mallorquín Gabriel Pericás el mal manejo de los aceros en su primero le privó de pasear algún trofeo. Toreó bien por ambas manos aunque quizás sus ansias de triunfo le hicieran estar un pelín acelerado. Se le concedieron dos cariñosas orejas del cuarto tras una faena ya sí algo más reposada.
Alejandro Gardel anduvo sobrado con sus dos oponentes. La facilidad con la que maneja los engaños hace que sus faenas carezcan de emoción y no lleguen a calar en los tendidos. Oreja merecida en su primero pero concedida tras una más que leve petición. Que conste en acta. Sin embargo, benévolos fueron los dos apéndices otorgados del quinto.Está sobradamente preparado para afrontar mayores compromisos.
A pesar del corto bagaje que atesora, al novillero Marcos se le apreció seguridad y oficio ante los tres novillos que lidió. Sumó dos merecidas orejas.
Presidió la novillada Domingo Bonnín, que si bien fue benevolente en la concesión de trofeos –algo habitual en esta categoría de festejos– estuvo correcto.
Posibles asignaturas pendientes
La gestión empresarial sería casi impecable si se consiguiera elevar el nivel de los astados a lidiar tanto en el festejo que se celebra por Sant Jaume como en la novillada de agosto. Tres novillos de ayer eran impropios hasta de cualquier clase práctica de la más humilde escuela taurina que pudiera existir en el globo terráqueo.
Deleznable fue ayer de nuevo la actitud de los mulilleros. Retrasando la salida del tiro de mulillas se sigue pretendiendo presionar al Presidente a la concesión de trofeos. Un comportamiento –supuestamente– dirigido por algún miembro de la empresa. Si ha de ser por bemoles, insistiremos también por bemoles en este tema. El Sr. Bonnín no claudicó ante semejante chantaje y hasta que los equinos encargados del arrastre no hacían su presencia en el ruedo él no sacaba su moquero.
La autocrítica, la reflexión y la humildad posiblemente sean asignaturas pendientes por parte de ciertos componentes de la empresa que regenta el coso alcudiense.
Las cosas son así en Alcúdia, en Lima y hasta en Villabajo del ombligo.
Fotos: Miguel Gomis Zamora
