Hasta los gatos quieren zapatos

Vaya por delante el dejar significado la tarea ardua y laboriosa que resulta ceñirse en narrar lo que en el ruedo acontece si ciertas partes implicadas resultan afines y causan obligada empatía.
En el toreo, al igual que en otras facetas de la vida, siempre hay que saber cuándo una etapa llega a su fin. Cerrando ciclos, cerrando puertas, terminando capítulos. No importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya se han acabado.

Sant Jaume obró el milagro e intercedió para que, en su honor, las figuritas acarteladas año tras año con los felinos de Sancho Dávila, dieran paso a una terna de toreros locales que, junto a una novillera pacense y un bien presentado y duro encierro de Prieto de la Cal, cubriesen en tres cuartas partes el coso de Alcúdia.

Obvio y justo es señalar que la vara de medir no debe ser por igual para unos consagrados que para otros inexpertos. Pero, realizar el paseíllo en según qué etapas de la vida y condiciones acarrea una responsabilidad a la que nadie está conminado a asumir.

Jesús López se llevó el lote más flojo en todos los sentidos. Resolvió con cierta técnica y sin apreturas la labor al que abría plaza y no tuvo opción en su inválido segundo con el que debió abreviar. Mató francamente mal de dos sendos sartenazos.

María del Mar Santos cuajó una excelente faena de muleta al extraordinario novillo segundo. Demostró muy buenas aptitudes. Anduvo serena, templada, con gusto y cadencia. Cobró una buena estocada y paseó los merecidos máximos trofeos. Con el segundo de su lote, ya fue otro cantar. El astado presentó dificultades y la torera anduvo algo desbordada recibiendo, además, un serio volteretón del que tuvo que ser asistida por el equipo médico. La oreja que solicitó el respetable fue el premio a su voluntad.

Juan Luis Bozada llegó a gustarse en algunos pasajes con el tercero de la tarde. Podría decirse que -en este- no acusó su inactividad. Sin embargo, el mal manejo de los aceros y la deriva a la que le llevó el séptimo, destaparon las lógicas carencias. Se silenció su labor en ambos tras dos nefastas suertes supremas.

Gabriel Pericás no tuvo su tarde y debiera saberlo. Había que poder a su lote por debajo y hacerse con ellos y no fue así. Se impusieron los novillos que, al igual que sus hermanos, tenían muchas teclas que tocar. Mal sin paliativos con la tizona.

El festejo fue acertadamente presidido por Cati Pericás que, haciendo honor a su categoría humana, anduvo condescendiente para con los toreros a la hora de la concesión de avisos teniendo en cuenta las dificultades presentadas en el ruedo.

Fotos: Miguel Gomis

 

Jesús López
Juan Luis Bozada
Gabriel Pericás

 

María del Mar Santos

 

Un comentario en “Hasta los gatos quieren zapatos

  1. Pues eso una charlotada que pena! Tan difícil será que llegue un empresario a la isla serio y con ganas de hacer las cosas bien y darle a la isla lo que quiere la isla?

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