Mateo, el gran fotógrafo de la Barcelona taurina

Uno de los personajes más emblemáticos y queridos de la Barcelona de principios del siglo XX fue el fotógrafo Mateo. Su infalible cámara recogió miles y miles de momentos de la historia de nuestra Monumental y su archivo gráfico constituye, sin duda alguna, un auténtico testimonio de la gran efervescencia taurina que se vivió en la ciudad condal en aquella época. Mateo debutó como fotógrafo taurino el 12 de abril de 1911 coincidiendo con la inauguración de la barcelonesa plaza del Sport, que subyace debajo de la actual Monumental. En ese festejo se lidiaron seis toros del hierro de Veragua y fueron estoqueados por Vicente Pastor, Bienvenida, Vázquez y Torquito. Con ese festejo se inició Mateo como corresponsal del mítico semanario «La Lidia». La corresponsalía con esta revista taurina era compartida con los periódicos «El Día Gráfico» y «La Noche». En estas dos últimas publicaciones cobraba doscientas pesetas al mes y no solo cubría la información gráfica taurina sino que también registraba en su máquina lo que ocurría en el fútbol.

Mateo vivió la actividad taurina de la plaza de la Barceloneta, fue testigo de la competencia GallitoBelmonte en Barcelona y actuó, de fotógrafo, por amistad, siguiéndolo a todas las ferias, con Manolo Belmonte, en la época en que competía con Dominguín padre y, también, con Armillita. La trayectoria profesional de Mateo ha dejado, asimismo, divertidas anécdotas. Se recuerda su actuación de picador en una becerrada benéfica en la que el mismo Gallito hacía de caballo. En otra ocasión, yendo en bicicleta Bombita IV y Mateo, Manolo Belmonte, con una navaja, les hizo trizas los neumáticos y tuvieron que ir de Orihuela a Santa Faz, a pie y con el velocípedo al hombro.

Mateo realizó más de veinte mil placas taurinas y más de cincuenta mil fotogramas, en rollos. Fue el iniciador del periodismo en bicicleta siendo con Eduardo Palacio Valdés y Don Ventura, un veterano del periodismo barcelonés de la época de los sesenta. La historia taurina catalana no se puede entender sin su simpática figura y su sensibilidad. Ágil y certero, su firma contó como una de las primeras nacionales. Su legado es una auténtica fiesta para todos aquellos que nos gusta sumergirnos en la crónica gráfica de la época dorada del toreo en Barcelona y apreciar la calidad artística de su obra.

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