Pasó Céret. ¡Viva Céret!

Pasó Céret. El oasis. Casi seco este año. Es que la panacea no existe y aún sabiéndolo creemos en ella. Y muchos pensábamos que estaba ahí, al lado de casa además. No estaba. ¿Y qué?

Pues que se viene uno pensando que donde estará la felicidad taurina, sino completa, a tres cuartos. O a la mitad. Que ve uno ahora Pamplona y se estremece, que venimos de lo de Alicante y te revuelves, que si sigues mirando para atrás sigues sin encontrarla. Así, pones la vista en el calendario, en una fecha, devoras el paso del tiempo para llegar y cuando llega, pasa. Quizás demasiado rápido, como todo también, y si no fue ni de lejos lo esperado, también se puede (y se debe) sacar esa parte positiva y casi exclusiva que allí existe.

Claro que ni la de Aguirre, ni la de Fraile ni la de Adolfo cumplieron con las expectativas. Ni la de Garcigrande, ni la de El Tajo y La Reina ni la de Jandilla en Pamplona. Eso sí, como a cada uno le duele lo suyo, para eso no va uno a Céret, que cientos de plazas hay casi iguales entre sí. Y si comprobado queda que la bravura va por barrios (ganaderías) y no por etnias (encastes), lo de este fin de semana pasado, lo que algunos venden como el ocaso y otros como el paraíso, te hace creer que esas dos fiestas que no existen no debieran ser tan distintas. Existe una solamente en la que debe reinar el rey.

En Céret, reina. Y así, desde hace tiempo y recientemente comprobado, me viene a la cabeza el porque es tan difícil que nos dejen disfrutar de una lidia dividida en tres tercios. Quizás sea porque allí los caballos de picar (por cierto, muy bien la cuadra sevillana de Peña) tienen pecho y no solo culata, que se le ofrece generosamente al toro y, por ende, a la fiesta. Es en ese momento cuando luce el oro de unos señores que no parecen hombres montados a caballo, parecen lo que son: picadores que ejercen con dignidad, honor y riesgo el arte de picar toros por derecho, sin carioca, ni rectificar un puyazo y, al que no lo hace, lo calan, se la guardan y se lo dicen. Porque pican a un toro que existe aunque nos lo nieguen. Un animal que soporta esos tres tercios, que aún es posible recuperar la lidia total y dejar a un lado para siempre la cada vez más sangrienta e insoportable suerte de vara.

También me ronda el porque un toro no se astilla en Céret. Me viene a la cabeza lo del Garcigrande de Pamplona, por ejemplo, y tantos otros que abren sus puntas de los pitones al derrotar con un capote. Sin embargo, este fin de semana dos toros devueltos a los corrales tras chocar contra el burladero: uno descordinado, el otro con el cuerno partido por la cepa. Los dos, sin una astilla después de los autos. Antes quebrar que doblar.

De entre los coletas también se puede hablar de mediocridad o de anonimato al paso por la feria. Pero una visible y esperanzadora recuperación de Alberto Aguilar, la tauromaquia virgen y arrojada de César Valencia, un par de tandas de Pérez Mota y la oreja (porque también Céret tiene su ojito derecho) de Fernando Robleño, pudieron salvar el plano artístico del fin de semana. Entre los de plata, una gran lidia de Rafael González y dos buenos pares de riesgo de Joselito Rus. Y a caballo y respetando el oro ganado,un gran Gabin Rehabi, muy por encima del resto.

Todo bajo la seriedad de una plaza tan pequeña como singular y particular. Y como, con el paso de las horas, de la nada cada vez rescato más cosas, puede que no fuera tan poco o sí. Que más da. Entonces empiezas a mirar otra vez el calendario y, si el tango de Gardel decía que veinte años no es nada, uno debe pasar volando. Te vienes arriba, vuelves a sentir que merece la pena creer en la amplia integridad de la tauromaquia, en esperar sin deseperar. Volverá a llover, no desaparecerá el oasis.

Y que viva Céret.

Un comentario en “Pasó Céret. ¡Viva Céret!

  1. Test para aquellos que asistieron a la Feria de Ceret
    Responda si o no a las siguientes preguntas:
    1-¿Los toros salieron de toriles con la boca abierta y un palmo de lengua?
    2-¿Los picadores realizaron de la suerte de picar un mero trámite?
    3-¿Los toros se pararon en la muleta?
    4-¿Los toros dieron síntomas de debilidad?
    5-Los toros daban la impresión de tener sus defensas manipuladas?
    Si sus respuestas han sido negativas, está usted de acuerdo con el que firma este artículo “VIVA CERET”.
    *P.D. En todos los encastes y ganaderías hay toros mansos y bravos y si el que viaja a Ceret y cree que encontará allí la panacea del toro bravo lo tiene claro. Eso sí lo que no va a encontrar es un toro que de PENA al que esta sentado en el tendido…que hoy por hoy ya es mucho.

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