Los toreros de Anna Gabriel

Desde que la tauromaquia existe como la conocemos en la actualidad son varias las voces, normalmente de los sectores más críticos, que sostienen que “esto se acaba”.

Posiblemente los toros no se acabarán nunca. Es demasiada la fuerza de este espectáculo como para bajar la persiana forzosamente. A pesar de esto, hay que cuidar los detalles por pequeños que sean, todo cuenta y ayuda a retrasar el declive. Son tiempos delicados en los que impera la vulgaridad y la rapidez, en cualquier ámbito, y como no podía ser de otra forma, el mundo de la tauromaquia también lo está sufriendo. La cultura de la inmediatez se ha extendido por todos los sitios hasta llegar a nosotros, y parece que ha venido para quedarse. Tanto en el ruedo, al pasaportar con urgencia el primer y segundo tercio para llegar al tercero y en ese eternizarse, como fuera de él.

En las últimas temporadas va siendo habitual ver a figuras del toreo y a toreros importantes tentar vestidos de paisano. Con tejanos y camisa o lo que es peor, con camisetas de manga corta y bambas. Realizan tentaderos y matan toros a puerta cerrada con un look muy de Anna Gabriel en el Parlament. Y no discriminan entre si es en su finca propia (en caso que la tengan) o en la de un ganadero de no importa qué categoría. ¿Tanto cuesta ponerse una calzona, unos botos y una camisa?

El torero es un personaje fuera de lo común que al vestirse casual para torear se iguala con el resto. Además, implícitamente puede llegar a transmitir una idea (errónea) de que lo que está haciendo él está al alcance de todos. Con la crisis de elegancia, de andares toreros, de suavidad, de maestría y en definitiva de torería, solo nos faltaba que los toreros ya no parecieran toreros ni por su aspecto físico. Y no me meto en lo que hagan fuera del ruedo.

Por si fuera poco, hay que añadirle la falta de respeto que puede suponer al ganadero. Pero eso ya es cosa de cada uno. Él es quien debe permitir torear o no según la vestimenta de sus invitados.

En la tauromaquia cada detalle tiene un impacto directo en la liturgia taurina que después es la que permite defender la tauromaquia. Sin liturgia, sin rito, sin esencia y sin magia esto sería una simple matanza. Cuiden las formas, por favor.

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