Nicolás Sampedro inaugura el año Granero

Los homenajes a Manuel Granero por el centenario de su muerte (Madrid, 7 de mayo de 1922) empezaron el viernes pasado en la Casa de Madrid en Barcelona con una interesante conferencia a cargo del escritor taurino Nicolás Sampedro.

Inició su parlamento describiendo al joven matador como una persona culta, con dotes para la música y la literatura, inteligente, introvertido y enamoradizo. En sus inicios, sus dos espejos fueron los dos fenómenos, teniendo debilidad por Gallito. Se decía que el valenciano tenía la técnica de Gelves y los aires de Triana. Para Granero tratar de llegar al nivel de José y Juan suponía una gran presión, pues siempre tuvo muy claro que solo sería torero si llegaba a ser figura.

Sampedro profundizó en el concepto del toreo de Granero, basado en los brazos más que en las piernas, éstas casi siempre con los pies juntos o con el compás ligeramente abierto. Buscaba una colocación correcta para darle largura a los muletazos. Fue de la escuela de poder de Lagartijo, Guerrita y Gallito y destacó con sus derechazos aunque cuando toreaba bien con la izquierda alcanzaba a los mejores. Además, en su concepto fue fundamental el toreo en redondo. Con el capote, tenía un amplio repertorio, muy de aire gallista con el compás ligeramente abierto, y brilló gracias a su media verónica, mejor que la de Belmonte, opinó el escritor. Fue también un gran banderillero y un habilidoso matador. Se decía que mataba “rápido y bien”, lo que Nicolás interpretó como el actual “en corto y por derecho”.

Pero como todo torero que destaca, las críticas no tardaron en aparecer. Gregorio Corrochano escribió que en la edad de oro Manuel no habría pasado de la segunda fila, que toreaba bien, pero no arrebataba a los públicos. Uno al Sesgo fue más duro, del joven diestro opinó que estaba más preocupado por la estética, por cómo le quedaba el traje, que por torear bien y le reprochó su amaneramiento y frialdad.

Tras la muerte de Joselito y la retirada de Belmonte en 1922, el toreó había puesto todas las esperanzas en Granero. En 1921, primer año completo como matador, se consagró y consiguió ser el líder del escalafón. Alternó mucho ese año con todos los compañeros, también con Belmonte del que se decía que en 1920 había vetado al torero valenciano. Su trágico desenlace supuso una conmoción nacional. Pocapena había matado a la primera figura de la edad de plata. 

La ponencia finalizó con la proyección de unas imágenes donde los aficionados que abarrotaban la Casa de Madrid pudieron apreciar el arte del valenciano y comprobar todo aquello que Sampedro había explicado con sumo acierto.

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