Menuda Pereza

Muchos han hablado de lo sucedido el domingo en Las Ventas, incluso ya da hasta Pereza escribir y leer del asunto. Pero en toda batalla nadie sale ganador, o sí.

Aquellos que el domingo fueron a Las Ventas salieron de la plaza hablando de la buena dimensión que había dado Perera en sus tres toros e incluso en los tres de su rival, hubo algunos que salieron hablando de su prepotencia y su chulería por tirar besitos a una zona de la plaza. En toda la historia los toreros han sido chulos, pero respetando al que pasaba por taquilla. Perera ha entrado en una guerra con el tendido 7. Eso nadie lo puede ocultar y no es el primero que lo hace. Corría el año 2006 y tras estoquear su lote de Adolfo Martín el torero Juan José Padilla tiró besos al famoso tendido venteño, era una época que no había Twitter, pero la afición era más sincera y sabia. Aquello acabó con tres años sin ver al jerezano por Madrid y antes de su regreso unas declaraciones pidiendo perdón por lo ocurrido. Pero ahora la gente se calienta por twitter y se acabó. Si la afición fuera caval le pediría un gesto a Perera. El torero no va a cambiar sus declaraciones ni sus ideas, pero sí puede cambiar las ganaderías con las que se anuncia. Es verdad que se anunció y triunfó  con una de Adolfo Martín, aquel suceso fue en 2014, mucho ha llovido y una figura del toreo no puede vivir del pasado sino del presente. Si Perera quiere ser torero de Madrid lo tiene fácil, pedir lo que quiere el aficionado si continúa igual se le recordará como un torero con muchas puerta grandes pero sin ser torero de Madrid.
Han pasado los días y de lo que se sigue hablando son de las palabras del extremeño a los micrófonos de toros TV y no de lo realizado con el capote y la muleta. Se puede estar o no de acuerdo con el torero, pero cuando yo paso por taquilla lo hago para ver una lidia completa, una lidia de los tres tercios. A día de hoy tengo claro que cuando vea el nombre de Miguel Ángel Perera en los carteles se me privará de ver los tres tercios. Según el torero si el toro es un toro de triunfo, si es un toro de triunfo y bravo como se presupone lúzcalo en el caballo por el bien de la tauromaquia y de los allí presentes. Pero vivimos unos días en que es más importante el que lleva el chispeante que el toro. ¿Pero qué pasaría si esos toros de triunfo recibieran dos puyazos de verdad y no un simulacro? Ya no serían toros de triunfo. Por lo tanto, ¿quién tiene la culpa el torero que no pica para triunfar o el ganadero que cría toros para que no los piquen? Esa puede ser la batalla en la que hay que centrarse, nos venden que el toro de hoy es el más bravo pero no aguanta dos puyazos y su mejor virtud es la movilidad, una movilidad entrenada en los famosos correderos. La prensa nos vende el toro más grande de la historia y salen fotos o vídeos en blanco y negro para demostrarlo. Quizás el mayor problema es el toro, que el toro de triunfo ahora solo es de triunfo en la muleta y no en los tres tercios. Solo hay que ver los resúmenes de los indultos de día sí y día también para ver que la suerte de varas la ignoran, la ignoran para esconder que aquello pasó desapercibido por todos. Las palabras de Perera no deben ser un ataque al aficionado sino un ataque a los ganaderos para que críen un toro bravo en los tres tercios. Si aceptan el reto ganaremos todos si es al contrario menuda Pereza ha dado todo este alboroto.

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