Dos años. Precisamente hoy, que no ayer, dos años, aunque fuera el día de grande de la ciudad. Concretamente, esos 731 días sin toros, con la Monumental cerrada, sin vida, sin suerte. Demasiado tiempo, con promesas incumplidas ya sabidas, con esperanzas que se desvanecen, con las fuerzas cada vez más justas para poder seguir pensando en volver. Aunque queramos volver. Las cosas del corazón y la cabeza.
Dos años con la vista puesta en la ILP que no llega a tirar para adelante porque no interesa que tire, quizás a la espera de su asqueroso momento estratégico oportuno. Dos años esperando a que el Tribunal Constitucional hiciera así y… Pero tampoco. Ilusos, dos años esperando un guiño, una palabra, de Balañá, aunque fuera un farol como aquel del patriarca en la hasta ahora última Feria de la Mercè. O de Matilla, tan polifacético en lo suyo, tan apoderado, tan empresario, tan ganadero, tan frío, tan calculador… Pero tampoco, tan sólo macutazos que suelta año tras año que infundan falsas esperanzas de momento.
Dos años de desapego taurino hacia nuestra historia, nuestra pasión y nuestra resistencia. Dejamos de existir oficialmente hace esos dos años, aunque técnicamente lo habíamos hecho mucho antes. Para los grandes, los que mueven muchos de los hilos del podrido sistema taurino, no interesábamos demasiado, no teníamos una feria donde lucirse, donde pedir pases de callejones, donde montar esas conferencias en hoteles, de los buenos, a gastos pagados, a mesa y mantel. Si hasta aquellas ya melancólicas fechas del 2011 ya costaba, en estos dos años se han limitado, desde esa prensa tan manipulada y bien pagá, con recordar las crónicas de aquellos días por estas fechas y rasgarse las vestiduras por un ratito corto, que no sea que se les estropeen las camisas, o se corten el bigote, o se despeinen su gran flequillo, por poner dos insultantes casos. Ni siquiera ayer, muchos de estos tuvieron la honradez y decencia de emplear algo de su tiempo en twittear ese #BarcelonaTaurina y unirse a una acción tan simbólica como reconfortante en estos tiempos de dura travesía, que únicamente pedía publicar una misma noticia el mismo día, una noticia que no entendía de glamour, ni de gominas, ni de nada de eso. Era mal pagá, no era de cabeza, era de corazón. Mejor el silencio, el no sabía nada y arreando. O el sí sabía pero me la trae al viento.
Dos años, eso sí y en ese campo, de excepciones. Desde ese incansanble González Abad,tan grande y puntual cada semana con la que también fue su casa, hasta esos magníficos Juan Medina y Juanma Lamet, que mezclan la economía y la tauromaquia con formas del siglo XXI. Ese blog de banderillasnegras, capitaneados por Milinko y Alcobendas82 o ese Javier Hernández, que tapado por el sistema por incómodo, nos miran de frente y con el corazón. Y seguramente tantos otros que se me pasan por alto y que se pueden incluir en este grupo selecto. Tan selecto, que quizás pocos se queden fuera.
En estos dos años, y de fuera para adentro, mucho mejor. Aquí, los nuestros, siguen en la resistencia más cabal, desde distintos rangos, pero siempre cabales. Desde el más llano aficionado que se limita a vivir y aparecer cuando crea conveniente, que entiendo como opción tan lícita como cualquier otra, hasta los que tienen la opción de alzar la voz y la alzan. Como esa Federación que se desvive por su ILP, con Gibert como cabeza visible, ese Paco March tan directo y tan independiente, esa Radio Sant Boi con Alarcón y su Tendido 5, esas peñas con sus actos y sus conferencias, la UTYAC como abanderada (sí, lo digo ya sin complejos) de ellas y con una legión fuerte y fiel detrás, ese Curso de Aficionados que ahora vuelve a echar a andar, este portal que abre un punto de encuentro… Y, ahora sí, tantos otros que se den por nombrados y por contar en esta resistencia, tan larga, tan amarga, en la que ya va pudiendo la cabeza al corazón.
Dos años de vivir un poco a contracorriente y contarlo, querer contarlo al menos. Una manera de compartir tan humana que llegamos a encontrarnos bien en ese punto del dolor. Ya hace tiempo que me doy cuenta de que casi siempre escribo de lo malo, de lo que uno cree que no está bien. Y lo peor, es
Dos horas y media duró el festejo. De lágrimas y menos sonrisas. De momentos inolvidables, con tres brindis al público, uno de cada diestro, que hicieron temblar los cimientos del caciquismo político que nos ha llevado hasta aquí. Inolvidable, también, cuando José llegó a los medios tras matar al quinto y tocó las palmas a un público que se empeña en resistir. Un Serafín roto cuando parecía que todo acababa. Y el beso…
Te decía que era de todos, Monumental. Porque era lo menos que te merecías. Por tu grandeza en tu historia. Por habernos recibido como lo has hecho en tantos y tantos años. Por dejarnos quererte como una amada, como a una amante o como a un amor imposible. Has sido tanto para tantos de nosotros, que esto no puede quedar así. Alguien tendrá que pagar la afrenta que llevas sufriendo durante demasiado tiempo. Siento, ahora más que nunca, que vivir sin ti, Monumental, no es vivir. Te juro, por el Dios que sea, que siempre serás una de mis mejores amigas, la que ha estado ahí durante un montón de domingos para acogerme y dejarme aprender el arte más bonito del mundo. Como la mejor madre del mundo. No te digo más porque no quiero volver a llorar mientras escribo lo que tu y yo sabemos. Solo te vuelvo a jurar que esto no puede acabar así y que tenemos que volver a a encontrarnos. Por lo que más quieras, aguanta.
Como te quiero, Monumental, ¡Cómo te quiero!
Dos años, justo por ahora y en estas horas, ya salíamos con la promesa de volver. Sin la frente marchita.
Eso legalmente ya se sabía, sólo que hemos querido soñar.Nos queda el TC y ese sí que puede dar la vuelta a la tortilla.Saludos y a no decaer.
Al final nos quedamos sin nada. La ILP le va a servir a todo el mundo, menos a los catalanes. LAMENTABLE.