Harto de ir al Mercat de Sant Antoni y nunca encontrar nada de temática taurina que sacie mi ansia coleccionista, las mañanas de los domingos de invierno se presentan para mí como la excusa perfecta para quedarme vagueando en el sofá. Ayer, domingo frío en Barcelona, decidí dar una pequeña tregua a Netflix y me disfracé de Simón Casas.
La idea era sencilla: jugar a ser empresario de Madrid y ver qué resultado se podría obtener al utilizar un bombo para confeccionar los carteles de San Isidro. Tenía varias cajas que actuarían de bombo, tenía ya las bolitas con los nombres de los matadores hechas, hice lo propio con las ganaderías, pero me faltaba una mano inocente. Así que lié a mi hermana pequeña, que hace tiempo que ha dejado de serlo. Pequeña, digo. Mi hermana sigue siéndolo aunque hace años le dijéramos que la habíamos comprado en El Corte Inglés.
El sorteo fue tal y como comentó hace meses el señor Bernard Domb, nombre real de Simón Casas. Las ganaderías irían separadas en tres bombos. De este modo en el bombo A tendríamos a las ganaderías más comerciales (Núñez del Cuvillo, Garcigrande, Victoriano del Río…), en el C habría los hierros toristas (Miura, Victorino Martín, Baltasar Ibán, Saltillo…) y en el B unas ganaderías intermedias (Fuente Ymbro, Las Ramblas, El Ventorrillo, El Pilar…). Las figuras tendrían la posibilidad de escoger una bolita del bombo A y en caso de querer una segunda o tercera tarde irían directamente a los otros dos bombos. Los toreros encasillados en las corridas duras tendrían la opción de sortear una bola en el grupo A. Con las bases claras, es preciso remarcar que tomé como base la feria de 2018. Los mismos nombres, tanto para toreros y ganaderías, y el mismo número de tardes. Así evitaba cualquier manipulación de los resultados por culpa de mis gustos como aficionado. O talibán, dirían algunos. Por lo que no busquéis a Diego Urdiales, que no lo encontrareis y de sobras sabemos que estará en San Isidro 2019. Siguiendo la misma lógica tampoco encontraréis a Morante y veréis varias tardes a Talavante. La corrida de la Cultura, la de las 6 naciones, las novilladas y las de rejones no las modifiqué. Tras varios minutos sacando papelitos, el azar quiso que Manzanares matara la de Dolores, El Fandi la de Saltillo, Perera la de Miura y Castella la de Partido de Resina. Algo verdaderamente impensable hasta ahora.
Reconozco que pedí hace tiempo un sorteo de este tipo para San Isidro. Es cierto que pueden salir carteles a los que no estamos acostumbrados y que tengan cierto interés. También agradezco la valentía y la voluntad de innovación de Domb, pero ahora que está cada vez más cerca me entran las dudas. Y parece que al francés también. En una reciente entrevista ha confirmado que “no sé si se va a poder llevar a cabo ni sé si es necesario”. Supongo que Casas estará teniendo problemas para convencer a las figuras. De imponerse el sorteo, supongo que las figuras sólo irían una tarde a Madrid para evitar las ganaderías duras. De ser así quedaría una feria muy pobre que se eternizaría. Pero a mi y a muchos aficionados, imagino, que les vendrán varias preguntas. ¿El morbo de ver a Manzanares lidiar -o algo similar- uno de Dolores Aguirre compensa la cantidad de carteles sin sentido que nos tendríamos que tragar? Lo mismo puede pasar cuando salga un toro con mucha clase -de esos que llaman artistas- y tenga delante un torero guerrero. Ya puestos a reflexionar, ¿recurrir al bombo no es asumir el fracaso como empresario? ¿Sería un sorteo limpio o habría bolas calientes? ¿La vida de un torero tiene que quedar en manos del azar? Intenté responderme yo mismo a estas preguntas, pero cuando vi que empezaba a pronunciar las erres como ges preferí dejarlo. Solo llegué a una conclusión: cuánta falta nos hace una figura, de las de verdad, que se atreva a matar cualquier encaste en cualquier plaza. Ojalá llegue pronto un torero A que mate toros C y que borre a todos los presentes.