Joaquín Bernadó, sus inicios toreros en Girona

El maestro catalán Joaquín Bernadó gozó siempre de un gran cartel en la plaza de toros de Girona. A lo largo de toda su dilatada trayectoria taurina actuó una gran cantidad de tardes como novillero y matador de toros.

Sus inicios como novillero en la desaparecida plaza de la Devesa fueron realmente brillantes. En el festejo celebrado el 7 de noviembre de 1950, Bernadó causa una muy grata impresión alternando con los diestros Alberto Díaz «Madrileñito», Ángel Ramiro, José Martínez, Pedro Carretero y el barcelonés José Luís Pantoja. El célebre cronista del diario «Los Sitios de Gerona», «Alguacilillo» destacaba el buen estilo y las vistosas maneras que apuntó Bernadó en su debut gerundense. «Alguacilillo» escribía:

Valor no le falta y sí sólo la experiencia que da el trato frecuente con el toro. Con el capote estuvo bien, aunque habría mejorado enormemente su actuación de no enmendar la figura en su primera serie de verónicas y durante su faena de muleta, que pudo ser algo apoteósico y no llegó a serlo por causa del mismo defecto. De todas formas ligó tres naturales y cuatro en redondo que le valieron los honores de la música. Otros tres naturales que cerró con el de pecho, otros dos y un desplante de rodillas. (Ovación) Igualó al bicho y recetó una media, un pinchazo y otra media en su puesto que hizo rodar al morucho. (Ovación y vuelta al ruedo).

La grata impresión que causó su debut propicia nuevas actuaciones, la temporada siguiente, en la plaza de Girona. El 13 de mayo de 1951, Bernadó es acartelado en la primera función de la temporada y alterna con un poco baqueteado Lorenzo Mayoral en la lidia y muerte de novillos con el hierro y cintas de José Escobar. Dio una jaleada vuelta al anillo tras pasaportar a su primer astado, «Pistolero» y consiguió un importante triunfo con el segundo de su lote, «Clarito», al que desorejó después de una portentosa labor muleteril sobre ambas manos que tuvo el prólogo de sabrosas verónicas. Bernadó se convierte en un auténtico ídolo de la afición de Girona y destaca, nuevamente, en el festejo novilleril programado para el 15 de julio de 1951. Con novillos del hierro de Vidal Matías alternó con Espartero y Ginés Hernández «Ginesillo». Bernadó consigue, esta tarde, desorejar a su segundo oponente al que cuajó una importante y variada faena que encandiló a la afición gerundense. «Alguacilillo» escribía en «Los Sitios»:

Este muchacho ha entrado de lleno en nuestra afición por su simpatía, su arte, su temple valor y su elegancia innata. El domingo no hizo más que rubricar y confirmar la buena, buenísima, impresión que se guarda de sus anteriores actuaciones y si en su primer novillo no lució su trabajo, no se culpe a él de nada, pues puso cuanto tiene y más para lograrlo. El bicho, nervioso, tardo, gazapón, que se quedaba en los viajes, iba descaradamente al bulto. Además había sido excesivamente castigado en banderillas. Bernadó, después de lograr con tesón y paciencia dos por alto, cuatro rodillazos y trastearle por bajo, se deshizo de su enemigo de media bien puesta. Oyó palmas muy merecidas. En el cuarto, la cosa cambió radicalmente. Y es que «Puntillero» permitió a Joaquín hacerle cuánto le vino en gana, y como a éste le sobraban ganas, le sacudió seis verónicas de verdadero primor y unos lances de frente por detrás más suaves que un guante. Cogió los trastos y después de brindar al público, lo recogió, con un estatuario, uno cambiado y dos por bajo. Citando de lejos, deja llegar al bicho para empaparle con cinco naturales que cerró con el de pecho. Otra vez de lejos y anotamos tres naturales, un molinete y una arrucina, todo ello espolvoreado con el garbo, la sal y la gracia torera que por arrobas tiene este muchacho. La música no para, y las ovaciones se suceden sin interrupción. Una señe de manoletinas y una arrucina, terminando de rodillas frente al burel. (Ovación). Como el bioho está a punto: entra bien paira cobrar una estocada hasta las cintas de la que rueda el novillo sin puntilla (Ovación, las dos orejas y vuelta al anillo).

Los inicios toreros de Bernadó en la plaza de toros de «Santa Eugenia» fueron realmente importantes y contribuyeron, sin duda alguna, que fuera considerado como uno de los «toreros de Girona» por la calidad de su arte y sus amplios conocimientos de la técnica taurina.

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