En Francia, un antiespecista llamado Aymeric Caron presentó una propuesta para la abolición de las corridas de toros en el tercio sur francés. La propuesta de este excéntrico y desnortado personaje, busca suprimir la exención al artículo sobre maltrato animal del Código Penal que se aplica en el suroeste francés en nombre de una “tradición local ininterrumpida”.
Hace escasamente una semana, los diputados franceses se pronunciaron contra la propuesta de Caron, antes de su votación final, este jueves 24 de noviembre, por la Asamblea Nacional. Una votación que, después de su examen inicial por la comisión de Leyes, tiene muy pocas opciones de prosperar.
Al hilo de esta votación y ataque frontal, aunque minoritario, a la Fiesta de los toros en nuestro país vecino, sería bueno recordar la derogación por la Asamblea Nacional Francesa, en 1951, de las disposiciones que prohibían las corridas de toros.
Haciendo un poco de historia, el 2 de julio de 1850, durante la II República, se aprobó la Ley Grammont. Una ley que quiso asegurar la misión de la sociedad protectora de animales a la que pertenecía su fundador, el general Grammont. Si bien la ley no se refería propiamente a las corridas de toros sino a los animales domésticos, en 1895, una sentencia de la Cámara de lo Criminal del Tribunal Supremo, consideró a los toros de lidia como animales domésticos. A partir de ahí, las corridas al modo español, que venían celebrándose desde 1835, no se prohibieron taxativamente pero los toreros, o en su nombre los empresarios, habían de pagar una multa. En caso de reincidencia, como establecía la propia ley Grammont, incluso se establecía pena de cárcel para los infractores. Cuando se derogaron, en 1951, todas estas disposiciones, se estableció que quedaban abolidas las multas en aquellas regiones donde hubiesen tenido una tradición taurina ininterrumpida que eran concretamente las del Mediodía (Nimes, Arles, Bayona, Burdeos, Dax, Ceret, Saint Vicent de Tyrosse, Marsella, Béziers, Mont de Marsan, Lunel…).
La derogación de la Ley Grammont supuso un avance importantísimo hacia la total extinción de recelos y fue gracias al senador por el Departamento de los Bajos Pirineos, señor Biatarana, y a los diputados Remarony y Soubert (representantes de la Gironde, en la Asamblea) y Louis Rollin y Frederic Dupont (de París). Todos ellos, junto con el señor Dufos Du Rau (diputado por Las Landas y ponente de la disposición aprobada) defendieron la derogación con gran entusiasmo en representación de los clubs taurinos galos.
El próximo jueves, pues, la tauromaquia francesa salvará, muy probablemente, otro gran escollo. La presumible derrota de Aymeric Caron supondrá, sin duda, una nueva legitimación y fortalecimiento de la Fiesta. Oui à la corrida!