El periodista Josep Guixà ha dedicado un lustro a sumergirse en las luces y sombras de Pedro Balañá Espinós (1883-1965), uno de los más grandes empresarios españoles del mundo del entretenimiento cuyo legado ha perdurado varias generaciones. De las vaquerías en su barrio natal de Sants al matadero, de la venta de carne de toro de lidia en los mercados municipales a la creación de un imperio taurino, de los montajes líricos y circenses en la plaza Monumental a las grandes salas de cine, la vida de Balañá es un espectáculo en sí mismo.
Todas estas actividades a lo largo de la trayectoria de Balañá quedan recogidas en la biografía recientemente publicada, editada por Almuzara, titulada Balañá, el mayor espectáculo del mundo.
¿Por qué decides hacer un libro sobre Balañá?
En 2010 publiqué un articulo en El Mundo sobre los Balañá, vi que había mucha prensa de los años 30 que no se había consultado y que daba unas pistas muy interesantes sobre el personaje, más allá de los cuatro hitos que se repiten constantemente. A partir de ahí fui profundizando en los temas, tanto en su negocio de las vaquerías, como en su etapa de conejal en el Ayuntamiento de Barcelona y en la faceta de empresario taurino. Balañá estaba muy presente en la sociedad barcelonesa incluso durante el franquismo, daba muchas entrevistas y eso me ha permitido tener un hilo conductor.
¿Cómo has investigado su figura?
Cada parcela de la actividad de Balañá es una pequeña investigación. Para el tema taurino tuve como interlocutor a José María Clavel y dio una opinión muy ecuánime de la última época de Balañá. En sus inicios, en los años 30, la prensa es fundamental al ser muy libre y crítica. En cambio, en la posguerra tiene toda la prensa controlada excepto la revista Destino, las demás todas dependen de su publicidad. En resumen, para el tema taurino he consultado mucha prensa y he contactado con testimonios vivos.
Para los otros negocios, he acudido a archivos para obtener documentación oficial, que siempre te da claves de su relación con las autoridades. También he hablado con familiares de antiguos empleados suyos. Como no era una empresa muy paternalista, los hijos tenían ganas de contar cosas.
¿Te has puesto en contacto con la familia Balañá?
Yo mismo he rehuido el contacto, pensaba que lo que me iban a querer explicar no iba a ser fundamental. Me podían dar detalles, pero a mí me interesaban sus patrones de conducta, calar al personaje en conjunto, saber la línea empresarial que él llevaba. De este modo he evitado establecer una deuda moral y he podido analizar el personaje con total libertad.
¿Leyendo el libro nos haremos una idea sobre su ideología política?
Él viene de una tradición republicana catalanista bastante hostil a los toros y de repente se encuentra gestionando plazas de toros. Él se adapta como puede, a veces el empresario no elige, solo sigue el camino que tiene.
En el libro explico una anécdota buenísima. Balañá por un lado organiza las corridas conmemorativas del 14 de abril, estrictamente republicanas, y está planeando unas corridas para la olimpiada popular del año 36. Pues a la vez hay un expediente suyo elaborado por el franquismo que revela que ha dado dinero a los militares por si el golpe sale bien ya estar a buenas con ellos. Este es el caso extremo, pero para él era básico estar bien con el que manda.
¿Queda algo de esa inteligencia o astucia del abuelo en la generación actual?
La diferencia es que los actuales se van adaptando mientras que Balañá Espinós siempre se anticipaba.
Después de escribir y profundizar en el personaje de Balañá, ¿por qué crees que no se dan toros en La Monumental?
El análisis de la familia escapa de mi libro. El libro acaba en el año 1965 que es cuando muere Balañá Espinós. Si quieres mi opinión, es muy significativo que no se organizara ni una sola corrida durante los Juegos Olímpicos del 92. Solo con la gente que había en Barcelona durante los juegos se hubiera podido organizar una corrida cada día. Hay una consistencia entre ellos y el poder político, entre permisos para sus cines, temas inmobiliarios… Ellos juegan bien esas bazas. Pero cuidado cuando pensamos que con el viejo Balañá no se hubieran prohibido los toros. Con el abuelo los toros hubieran tenido un vigor, pero tampoco era ajeno a los movimientos políticos. Tampoco mitifiquemos que él hubiera sido empresario taurino toda la vida. Como decía Néstor Luján, Balañá más que un aficionado auténtico y platónico de los toros es un aficionado a la organización de corridas.
FICHA DE JOSEP GUIXÀ
Josep Guixà (Barcelona, 1968) es un periodista especializado en el estudio de grandes mitos catalanes. En sus investigaciones alterna la exhumación de documentos propia de los historiadores con las entrevistas puerta a puerta de los reporteros y las reflexiones de un articulista sagaz. En colaboración con Manuel Trallero es autor de «La invención de Carmen Broto» (2005), una exhaustiva indagación sobre el más famoso crimen de la posguerra en la capital catalana, y de «Pujol: todo era mentira (1930-1962)» (2019), el inventario de las falsedades de la biografía oficial de Jordi Pujol. En solitario ha publicado «Espías de Franco: Josep Pla y Francesc Cambó» (2014), donde se destapa la red de espionaje que el catalanismo conservador puso al servicio del bando sublevado en la guerra civil. En los últimos años ha rastreado por hemerotecas, archivos oficiales, tertulias taurinas y cinematográficas, comercios y hogares de los barrios de Sants y Hostafrancs la vida y milagros de Pedro Balañá Espinós, el empresario barcelonés más popular del siglo pasado y uno de los empresarios taurinos más importantes de la historia.