El pasado domingo se cumplían 140 años del nacimiento y 83 de la muerte del segundo torero de alternativa catalán de la historia. Nos referimos a José Rovirosa i Virgili.
Vio por primera vez la luz en Barcelona, un 11 de febrero de 1878 y pronto despertó en él su vocación taurina que compaginó con sus estudios de medicina, donde con el tiempo llegaría a especializarse en la rama de oftalmología.
Tuvo muy buena relación con el famoso espada Luís Mazzantini, y juntos compartirían su afición por el deporte de la esgrima. Junto a “Alvaradito” y “Morenito de San Bernardo” y con ganado de la divisa de don Ildefonso Gómez, debutó en la plaza de Las Arenas de Barcelona. El 9 de septiembre de 1900, vestido de grana y oro, le tocaron en suerte los utreros tercero y sexto, Costurero y Cematoso, herrados con los números 56 y 48 respectivamente y negros de capa los dos, tomando cinco varas, con dos caídas y cinco puyazos el primero y ocasionando tres caídas y dos caballos muertos el novillo que cerró plaza.
José Rovirosa anduvo sobrado de valor y con muy buenos deseos de agradar, al punto que el numeroso público que acudió a verle quedó gratamente sorprendido.
El 30 de diciembre del citado año en la desaparecida plaza mexicana de Calzada de la Piedad, Nicanor Villa “Villita”, en presencia de Antonio Olmedo “Valentín” le concede la alternativa con toros de la divisa charra de “San Diego de los Padres”. Realizó posteriormente una exitosa ruta por el país azteca, donde obtuvo merecidos éxitos en plazas como Durango, Orizaba, Monterrey, etc.
Al llegar a España, y no resultar valido su doctorado, continuó actuando como novillero, pero una importante lesión, causada en la barriada sevillana de Tablada, una más de las números cogidas que recibió, le obligó a abandonar la profesión y ejercer su citada carrera de Oftalmólogo en la cual logró un gran reconocimiento. Fueron numerosas sus ponencias sobre medicina ocular en tesis y conferencias y en 1915 publicó “España Medica” un ensayo basado en bacterioterapia en Oftalmología. Siempre sintió una gran debilidad por la pintura y el teatro y en 1927 se estrenó como dramaturgo en el teatro Fuencarral de Madrid con la comedia dramática “Cegar para Ver” que tuvo muy buena acogida entre el público asistente.
Residía en Madrid, cuando el 1 de noviembre de 1935 se producía el fallecimiento de este ilustre catalán, doctor en medicina y doctor en tauromaquia aunque, como hemos comentado su alternativa no tuviese vigor en nuestro país.