Hay que respetar a los héroes del s.XXI

Llevamos unos años con una moda nefasta y dañina para la imagen de respeto que existe en la tauromaquia. No es otra que las salidas a hombros de plazas como Las Ventas o La Maestranza de Sevilla.

No hay nada en contra de las salidas a hombros multitudinarias, al revés ya que vivir esa experiencia debe ser lo más grande. Al mismo nivel que hablar con Dios y que te conteste.

Lo que demuestran estas salidas a hombros son un reflejo de la sociedad a la tauromaquia. Una falta de respeto y valores. Los de luces han pasado de ser héroes a aquellos hombres que hay que quitarles un macho. Se podría decir que en las salidas a hombros el torero llega destrozado a la furgoneta. No destrozado por el esfuerzo de la plaza sino por no llegar desnudo o perder a su costalero por el camino.

Algunos dirán que las salida a hombros de décadas anteriores se caracterizaban por ver al torero con la policia montada, sin embargo actualmente hay muchisimos más miebros del cuerpo de seguridad que en los años ochenta. Demasiado hacen con abrir paso al triunfador en aquella marabunta de gente. Gente que no quiere tocar a su ídolo sino destrozar el terno de luces. No se necesita más seguridad ni más policia, lo que de verdad se necesita es respetar a los héroes del siglo XXI.

La última imagen de este fracaso es la Puerta del Príncipe de Pablo Aguado, donde se ve a un chaval con sangre en la cara. Si esa es la verdad que queremos vender del toreo, paren el tren que yo me bajo. Si la gente tuviera aún respeto al torero, en esta puerta grande se habría llevado a Aguado por las calles de Sevilla, por ser un triunfo vivido con gran pasión. Pero era mejor llevarse algo de recuerdo para conseguir unos likes en el instalache de las redes sociales.

Solo hemos hablado de cuando salen de la plaza, pero al entrar es más de lo mismo. Personas que esperan en la puerta del patio de cuadrillas y se cuelgan del cuello tal koala del matador de turno. Se atreven a darle palmaditas en la cara o en la cabeza clavando la castañeta. Con todas esas, un hombre que va a jugarse la vida mantiene buena cara, de hacer lo contrario las críticas que le caerían serían eternas.

Algún dia habrá una desgracia y luego nos lamentaremos. Quizás ya no se pueda solucionar, ya que las ideas que existen convertirían las salidas a hombros en algo frío y sin sentido. La única solución es educar a las personas, pero eso es casi imposible.

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