Reaparecía ayer Maxime Solera tras su grave lesión de muñeca que le obligó a perderse algunas novilladas en España y lo hacía nada más y nada menos que en la Monumental de México.
El diestro galo abrió cartel en la novillada de Fernando Lomelín, que dio escaso juego y dificultó a los novilleros cualquier posibilidad de triunfo, que además fallaron repetidamente con los aceros. Solera se presentó con Valiente, parado de salida y que derribó al caballo en el primero de los tres encuentros con él. En la muleta no mejoró su calidad y pronto su vio su corto recorrido y lo mirón que era. La faena de Solera fue larga, por ambas manos, y tuvo buenos momentos aunque el lucimiento con un animal así era prácticamente nulo. Por si fuera poco, la ventolera no cesó en ningún momento y volvió a marrar con la espada, dos pinchazos y delantera. Saludos al tercio.
Las primeras embestidas del cuarto de la tarde parecían que contribuirían a mejorar lo visto en el primero, pero pronto se apagó. Maxime estuvo templado a la verónica y firme en las primeras tandas, las más emocionantes. Glison era manso y soso y al diestro le faltó mayor rotundidad para conectar con el tendido. Su labor fue silenciada.
Sus dos compañeros, José María Mendoza y Ramón Jiménez, acusaron su poco bagaje y a pesar de la voluntad mostrada se dejaron marchar vivos un novillo cada uno, en una tarde en la que sonaron un total de 10 avisos.