La aparición de Roca Rey ha revolucionado por completo el panorama taurino. Adquirió la condición de figura prácticamente al tomar la alternativa y desde entonces no ha dejado indiferente a nadie durante su vertiginoso asalto al trono del toreo.
Con aparente facilidad ha conseguido asentarse en el primer puesto. Es el único –con la excepción de José Tomás- que llena las plazas. A pesar de lo bien arropado que va siempre, su tirón taquillero es incuestionable. Además, acumula portadas, reportajes y revistas en cantidad de medios extrataurinos. Su figura ha entrado en la sociedad española y solo le falta liarse con Rosalía.
Se ha medido con todas las figuras –con la excepción, también, de José Tomás- y les ha ganado la partida a todas. Ha convertido el triunfo en algo cotidiano. Desde su doctorado, en enfrentamientos directos con El Juli, quizás el mandamás del toreo hasta ahora y el torero a batir, el peruano ha resultado claro vencedor. El joven matador ha cortado 74 orejas por 53 de El Juli. Además, El Juli se ha ido andando de la plaza en 17 ocasiones mientras Roca Rey se lo llevaban a hombros. Al revés, tan solo ha pasado en 8 casos. Individualmente los números tampoco tienen comparación. Roca Rey ha matado 306 corridas cortando 408 orejas (0,79 orejas/toro) y El Juli ha cortado 236 orejas en 163 tardes (0,65 orejas/toro). Las estadísticas en este caso acompañan a las sensaciones que ya se aprecian desde el tendido.
Sobradamente, ha demostrado Roca Rey que está por encima de todos. Ni las figuras ni los más nuevos pueden con él. Pisa los terrenos reservados para los que quieren marcar una época. Su valor arrollador y su cabeza privilegiada hacen que cualquiera que se ponga a su lado se diluya como un azucarillo. Hay excepciones puntuales, véase Pablo Aguado en Sevilla. Pero una golondrina no hace verano. Los pies apuntalados en la arena y los pitones rozando la barriga se han convertido en una constante de sus faenas. Su superioridad es insultante.
Sin embargo, una vez demostrado que es capaz de pintarles la cara a todos -en tirón y triunfos-, Roca Rey debería buscar otros retos más ambiciosos. Después de tres temporadas de matador, es hora de romper con lo establecido si realmente quiere ser recordado como uno de los matadores más trascendentales de la historia de la tauromaquia. En su mano está mandar en solitario. Hasta ahora Roca Rey ha optado por una regeneración del escalafón de carácter continuista. No ha roto con nada ni nadie. Simplemente espera a que el tiempo haga su efecto y se retiren por desgaste sus compañeros con más de 20 años de alternativa. Cuando ellos quieran, sin cuestionarles ni incomodarles. ¿Por qué no es igual de arrollador en los despachos que en el ruedo? No se le intuye la ambición de figura de otros tiempos de querer jubilar a sus adversarios.
Parece que no tiene la intención de repetir lo que hizo aquel maravilloso torero de principios de siglo que fue Joselito. Esa tijera de cortar coletas que se puso entre ceja y ceja acabar con Bombita, la figura de la época. Joselito, recién alternativado, le retó a matar un corridón de Palha en Madrid, cosa que Bombita rehusó. Meses después, tuvo que tragar en San Sebastián. La pugna siguió toda la temporada, pero poco le duró el bueno de los Bomba al Rey de los toreros. A final del año 13, anunciaba su retirada de los ruedos. Joselito tenía la voluntad no solo de mandar sobre la arena, también en los despachos y en el campo. Una auténtica figura del toreo que marcó el devenir de la tauromaquia.
No parece descabellado pensar que Roca Rey sería capaz de acabar con el que se lo propusiera. Ya bien retándoles a matar corridas duras en plazas de relevancia o bien excluyéndoles de las ferias. De él depende también cambiar el modelo y que las figuras vuelvan a matar todos los encastes. Que las pida y el que pueda que le siga. ¿Acaso no sería beneficioso para la tauromaquia ese periodo de rivalidad real y el que se abriría posteriormente con un escalafón rejuvenecido? Aquí seguiremos esperando que Roca Rey se decida a afilar las tijeras de una vez por todas. La coleta de El Juli como principal objetivo. Si por el camino se cruza con los Ponces, Pereras, Castellas y compañía, eso que nos llevaríamos.
Foto: Oskar