Estando como estamos y donde estamos, sin profundizar en aciertos o excesos, desde aquí seguimos como podemos algunos eventos de la temporada por el plus. Agudizando el ingenio, no nos queda otra, hablamos más que nunca de toros y la recién finalizada Feria de Fallas dio el pistoletazo para empezar a evaluar, de manera oficial, el que ha sido el primer gran ciclo del año. Y así, por el plus y una tarde in situ, evaluamos el ciclo de Valencia.
EXCELENTE: Por arriba, como no podía ser de otra manera, debe quedar el toro. Y aunque ha habido de todo, hay que destacar algunos ejemplares que han puesto un alto nivel de casta, bravura y emoción. En especial, cuatro toros ocuparían este primer puesto de privilegio: “Gerifalte” de Jandilla, lidiado por Fandiño en tercer lugar, “Copito” y “Cantaor”, de Victoriano del Río, lidiados por El Juli y Jesús Duque en cuarto y quinto lugar, respectivamente, y “Taponcito” de Garcigrande, lidiado en cuarto lugar por Manzanares. Los cuatro que reunieron muchas de las virtudes exigibles a un toro bravo, exigiendo, por consiguiente, al torero de turno.
NOTABLE: En especial, la muleta de Finito y el capote de Morante. Lo del primero da la sensación, 20 años
después, de que sorprende, lo de Morante no deja de sorprender. Las verónicas del sevillano son un canto al toreo, pero al grande, al eterno, al más cercano a la grandeza que desprende un hombre con un trozo de tela en la manos. Incluso el quite más vulgarmente repetido en la feria y tan liviano como el de las tafalleras lo convirtió en solemnidad. Lo accesorio hecho arte mayor. Si no lo han visto, búsquenlo y no se preocupen: las imágenes no están ralentizadas. La oreja que cortó Finito en la última de feria es tan
ridícula que no merece casi ni la mención. Una obra tan maciza como imperfectamente perfecta. Otro canto al toreo, a la elegancia, a la torería eterna, una obra que bien vale esta tan larga espera. Además, no solo fue su toreo, sino su forma de estar, de ir y de venirse, con sus tiempos. Imágenes para ponérselas a todos los que quieran ser toreros (y a algunos que ya lo son) y decirles: si os creéis capaces de hacerlo, palante.
BIEN: Con distintos méritos (gustos aparte) la puerta grande del coso se abrió en diferentes ocasiones para que por ella salieran en hombros Diego Ventura, los novilleros Jorge Expósito y José Garrido (atención al aldabonazo de este torero) y los matadores Enrique Ponce (con dos orejas aunque sin salir a hombros por la cornada), El Juli (por partida doble), Jiménez Fortes (ilusionante imagen la que mostró), José María Manzanares, Daniel Luque (con un toro de vuelta de Cuvillo por obra y gracia del señor presidente) y el nuevo matador Jesús Duque.
SUFICIENTE: A pesar de sus desapariciones para merendar, su reacciones poco propias de una plaza de categoría y sus pasiones por todo lo accesorio en el ruedo, el público no deja de ser soberano y, además, pagano. A partir del sábado la plaza lució muy buenas entradas al reclamo de los nombres de las figuras, por supuesto, acartelados en los días más grandes de la ciudad y cuanto más pegados a San José, mejor. Sin duda, faltó calor y color hasta el fin de semana. Quizás falte seriedad en demasiadas ocasiones, pero tampoco culpemos de algunos males al que sustenta este espectáculo con su entrada, pues le debe falta alguna información. Solo basta leer algunos portales o comentarios televisivos para ver la confusión que se puede crear en los aficionados. Manipulación, vaya…
INSUFICIENTE: En este apartado entrarían algunas costumbres que deberían entrar en algún decálogo de malas prácticas, por el bien único de la fiesta de los toros. Lo del primer tercio es sonrojante. Toros sin picar que hacen difícilmente sostenible la continuidad de los del castoreño, que además pican, como norma general, muy atrás,
quebrantando y no ahormando, sin olvidarnos de las maneras de colocar al toro en suerte por los lidiadores, que, en descargo de los montados, dificulta su labor. Tampoco es de recibo que algunas de las figuras no hayan estado a la altura de grandes toros y aparezcan tantas dudas. Orejas a parte, ni Fandiño ni Juli ni Manzanares estuvieron todo lo bien que se les debe exigir. Quizás ese sea el problema: nadie exige, ni en la plaza ni fuera de ellas. En el caso de los dos últimos, maneras nuevas del toreo moderno que no benefician a su propia trayectoria. El toreo moderno de pierna retrasada, de ajuste del torero con el toro en el tercio final del animal, el cambiar la cadera por el pecho. Hasta Valencia, que ya es decir, rugió diferente cuando cualquier coleta dio un paso adelante y cargó la suerte. Demasiadas ventajas, por no detenernos en el julipié tan heterodoxo por llamarlo así, de algunos que deberían esforzarse en algunos aspectos más aún en su posición, como espejos que son para futuras generaciones.
DEFICIENTE: Si el toro abría, el toro cierra. Más simas que cimas en una feria donde el toro, más aún visto lo lidiado, se escoge a conciencia y casi a antojo. Mascletá gorda la de Adolfo, como la de Juan Pedro, como la de Cuvillo (no la salva ni el premiado sexto) y la de Zalduendo. Además, la de JP fue mal presentada, desrazada e inválida, salvando la tarde la bendita paciencia del público, que devolvió uno y se quedó tan ancho, pudiendo haber devuelto otros tres. La de Cuvillo anovillada también y al menos la cinqueña de Fernando Domecq, podrida e inválida, tuvo presencia impecable. Cuatro debacles ganaderas en toda regla. Y el último apunte para un palco presidencial, sin criterio a las doce de la mañana ni a las cinco de la tarde.
Que califiqueis sólo como bien la lección magistral del maestro Ponce me parece vergonzoso. Ponce ha sido la única figura que ha toreado en Valencia ya que los demás se han dedicado a su destoreo particular. Los mejores naturales de la feria los ha dado Ponce. Las demás figuritas han estado por debajo de sus toros, caso de El Juli con la de Victoriano.El ganado, excepto la de Adolfo y Victoriano,impresentables de estampa zootécnica, anovillados y auténticos peluches borreguiles para el insulso y poco emocionante toreo moderno de la pose cuentista y ventajista. Los únicos triunfadores de Fallas son Victoriano del Rio por una excelente corrida, fuerte, con movilidad y casta y Enrique Ponce que, en una sóla faena, demostró que es infinitamente mejor que todo el G5 unido.
Excelente artículo.