Camino a la eternidad

Incredulidad. Negación. Dudas. Tristeza. Shock. Todo esto mientras, tembloroso, buscas en el móvil que la fatídica noticia se trate de una equivocación. Pero no. Tan cierto y tan crudo como todo lo real. Y la tauromaquia lo es.

No era un guerrero, ni un gladiador, ni un luchador. No. Iván Fandiño era (es) mucho más que eso. Él era (es) un Torero, en mayúsculas. ¿Hay algo más grande que esto?

Fandiño consiguió llegar arriba del todo (sin llegar a ser figura) por el camino más duro. Nunca abandonó la verdad. No se arrugó ante nada ni nadie. Tenía las ideas muy claras y las defendía asumiendo las consecuencias, que no eran pocas. Iván era un rebelde, pero con causa. Un hueso duro de roer tanto en el ruedo como fuera. Puso en entredicho a muchos. Otros muchos evitaban torear con él. Su inconformidad, ambición, valentía y honradez parece que molestaban demasiado. Nunca nadie le regaló nada. Todo se lo ganó con su sangre, sudor y lágrimas. Era (es) un torero muy respetado y admirado por los aficionados.

Muchas veces realizaba declaraciones controvertidas. Otras, decía frases tan profundas que la gente no las tomaba en serio. No se callaba nada y podían sorprender sus palabras. Incluso podía parecer un punto soberbio. Era transparente y real. Esa mentalidad fuerte y distinta es lo que le permitió marcar diferencias con el resto.

Con su entrega desmedida, con su coraje, con sus triunfos, con su toreo nos hizo sentir vivos muchas veces. Fandiño alcanzó la gloria varias tardes, pero sobre todo cuando consiguió salir a hombros de Las Ventas en San Isidro 2014. Tal era su voluntad para realizar un sueño que se tiró a matar sin muleta.

Poco después, en un domingo de Ramos de 2015, él fue el protagonista de una de las gestas más importantes y arriesgadas de los últimos tiempos. El torero vasco se encerró, fuera de feria, con seis toros de distintas ganaderías toristas en Las Ventas. Él solo, con permiso de los toros, colgó el “no hay billetes”. Durante la corrida las cosas no funcionaron. Fandiño arriesgó y perdió. Y se lo hicieron pagar. A partir de ahí, entró en una etapa más difícil. Además, le costó mantener el mismo nivel que había mostrado temporadas pasadas. Pero él, siempre sincero y consciente, no se escondió nunca y reconoció su difícil situación que le tocaba vivir otra vez.
Muchos fuimos a acompañarle ese día que buscaba la eternidad en Madrid.
En cambio, ayer, solo y sin buscarlo, emprendió un camino hacia ella. A estas horas me imagino que ya habrá llegado.

Hasta en la tragedia fue rebelde Fandiño. El toro de Baltasar Ibán que le propinó la cornada mortal le correspondía en suerte a Juan del Álamo. Qué caprichoso es el destino. Estoy convencido que a Fandiño, con su mentalidad, su visión del toreo y de la vida, no le preocupa demasiado habernos dejado para irse a sentar al lado de Joselito y Manolete. O por lo menos, eso es lo que quiero pensar. Descansa en paz, Fandiño. ¡Gloria a los toreros!

2 comentarios en “Camino a la eternidad

  1. ¡TORERO! Descansa en paz y mi más sentido pésame a tus familiares y amigos. No te he podido ver torear en persona, pero si lo he hecho muchas veces por TV y no he podido hacerlo porque vivo en Catalunya, en la provincia de Lleida y el “Sr. Balañá” se pasa por el forro del traje el deseo de los taurinos catalanes y no abre la Monumental. Repito, DESCANSA EN PAZ TORERO!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la política de privacidad y los términos de servicio de Google.