Cinco socios compran la plaza de toros de Felanitx

Han tenido que pasar casi dos décadas desde su cierre definitivo para que la plaza de toros La Macarena, situada en Felanitx, Mallorca, vuelva al pueblo. Lo más irónico de todo esto es que no haya sido el propio ayuntamiento quien la haya adquirido, sino un grupo de empresarios encabezado por los hermanos Obrador —una familia muy conocida en los ambientes taurinos de la isla—, acompañados por el notario Luis Bustillo, quienes hayan dado el paso, quienes hayan negociado, quienes tomaran la iniciativa, quienes se hayan rascado el bolsillo y quienes han dejado en entredicho la eficacia y el interés de un ayuntamiento que intentó en varias ocasiones, y sin mucho empeño, comprar el coso felanitxer. Un ayuntamiento gobernado por el mismo partido que dejó caer la plaza en desgracia junto al empresario Pedro Balañá. Ironías de la vida.

El 28 de agosto de 2008, la plaza de toros dio su última novillada, llena hasta la bandera, como siempre. Después de idas y venidas del ayuntamiento —que en ese entonces gobernaba el Partido Popular, encabezado por Biel Tauler—, se intentó de forma más bien tibia llegar a un entendimiento con el propietario, Pedro Balañá, para no dejar sin toros al pueblo el día de su patrón. Pero fue imposible al no encontrar la fórmula para que todos salieran ganando y, como suele pasar en estas situaciones, lo acabó pagando el pueblo. Un pueblo taurino por derecho como el que más, un pueblo que veía cómo, poco a poco, la emblemática plaza se iba deteriorando y era profanada por vándalos ante la inacción de unos y otros.

Durante años se habló de una cláusula en una antigua escritura, de cuando el ayuntamiento vendió el coso en 1960 al empresario Federico Molina. Dicha cláusula estipulaba que, si no se daba una corrida anual, la plaza revertiría al consistorio. Esta cláusula, al parecer, aparecía y desaparecía según conviniera al gobernante de turno. La propia Catalina Soler negó en alguna ocasión que esta cláusula existiera, hasta que, hace unos meses, el ayuntamiento que ella preside acordó retirarla y se iniciaron los trámites para la compra del emblemático edificio, tan añorado por los aficionados taurinos.

Un ayuntamiento debería mirar hacia adelante sin dejar perder sus raíces. En estos 17 años han gobernado prácticamente todos los partidos políticos: empezando por una mayoría absoluta del PP, pasando por una coalición de los radicales de izquierdas de Més junto al PSOE y el Pi, y llegando a día de hoy con una coalición del PP y el Pi. Ninguno fue capaz de dar un golpe sobre la mesa, de negociar con Pedro Balañá, quien veía cómo, año tras año, su plaza se despedazaba y era azotada por el temporal y el abandono. Balañá, impasible, en alguna ocasión dejó caer la idea de demoler la plaza de toros y hacer pisos. Demencial.

A nadie le importó la fiesta brava. A nadie le importó el sentir del pueblo, que año tras año clamaba al cielo para que la plaza fuera restaurada y volviera a ser lo que un día fue. Por suerte para los felanitxers, la plaza cayó en las mejores manos posibles y será rehabilitada para el ocio y la cultura de un pueblo que sueña con volver a llenar los tendidos de la plaza de toros La Macarena, su plaza.

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