Una semana después, el gallo no canta. Al menos para mí. Tampoco se puede hablar de oportunidad perdida. Barcelona, en el plato de El Kikirikí y gracias a Canal Plus Toros, cobró el protagonismo que aún le merece y tantas veces se niega. La Catalunya taurina vive. Lo hace hasta bien en sus circunstancias, aunque cueste de entender y aunque le falte el visado para regresar. Paradójico y cierto. Y en esas estamos, esperando que unos y otros canten.
Barcelona, toda la verdad. Si de esto se trataba según el propio programa, alguna faltó, o se dijeron a medias o se mintió. Porque decir que en 2007, cuando Antonio Matilla desembarca oficialmente en la Monumental (de la otra manera, ya estaba por los siglos de los siglos), la situación estaba bien, no es verdad a medias. Es que ni lo es. Extraño parece que Matilla eso dijera, que no conociera que el Parlament intentó votar en un pleno la prohibición de las corridas de toros. Digo intentó, porque solo lo impidió la convocatoria a las urnas de noviembre de 2006. Y no solo eso. Si nos remontamos más atrás, prohibición de portátiles, menores sin entrar a los toros, Barcelona declarada ciudad antitaurina en abril de 2004 y ya paro. No se trata de regodearse en la tragedia ni en la desgracia, sino que de paso se diga toda la verdad de Barcelona y de la Catalunya taurina. No había amanecido. Ya nos negaban una vez.
Curioso, y mucho, escuchar a los políticos hablar de toros. Porque no tienen ni idea de lo que supone en la historia, en la cultura catalana, en el sentir. Posiblemente, el mayor error del programa fuera este, acercarles un micro en precampaña, con lo que les pone. Lástima que doña Alicia, declarada a sí misma
como aficionada (puede pasar) y habitual en los tendidos (por ahí sí que no), confundiera el 12 de octubre con la tauromaquia. O que no escuchara hablar de toros a dos muy jóvenes aficionados catalanes, hijos de la prohibición sin banderas ni complejos, solo hablando de cultura, de ética y de libertad. Por hablar, por esa boquita soltó lo de los correbous, hablando de maltrato. Lástima que siga pensando en nosotros en clave electoral, en prometer el paraíso otra vez, como en aquel 2011, a las puertas de la Monumental. Llegaba entonces el turno de Rivera (el político). Faltó rigor al pedir una fiesta de los toros en Catalunya sin subvenciones. Pues como siempre, porque nunca las tuvo. O de hablar de aquella salida a hombros de la Monumental, afirmando que fue en el último festejo en nuestra plaza. O insinuar que, en cualquier caso, el debate sobre la tauromaquia debe ser a nivel nacional. Y olé. La terna la cerraba Iceta, tan diluido como su destino. Que sí, pero que no. O viceversa. Muy en Matilla, hablar sin acabar de decir nada. Habló de no reabrir el debate, pero ahora es tarde; más bien no debió de abrirse y ahí, ellos, también tuvieron que ver. Ahora se trata de justicia, no de debate. Y así, entre los tres, otra negación. La segunda.
Entre tanto, a mí me hubiera gustado escuchar todo más concreto. Así, en crudo. Oír si es verdad que el viejo Balañá está dispuesto a todo y que por eso arregla la plaza como hacía años que no lo hacía. Que si Matilla, en cuanto pueda, está dispuesto a ser empresario de Barcelona. Si están preparados para todas las trabas que llegarán cuando llegue la sentencia. Saber que piensa el sector, si es que lo hace. Si no están dispuestos a ninguna medida de presión al Constitucional. Que ya está bien de espera, que van para cinco años de desespero. Que no debemos ser el juguete de los políticos, ni el arma arrojadiza en forma de sentencia cuando sea oportuno, o cuando haya que distraer. Que lo que yo no quiero es suponer, ni sacar el metro para medir las palabras y tratar de entender tantas cosas que no se dijeron.
Lo que yo sé es que aquí muchos estamos a pecho descubierto. Y eso es lo que quiero ver en tantos. Con nuestros errores, nuestros aciertos y nuestras escasas limitaciones, que solo faltaría que nos las pusiéramos. Y no lo digo por soberbia, solo digo que el que quiera, que pruebe. Entonces, verá lo que molesta la llegada del canto del gallo cuando te niegan. Aunque, entre todos, ya pasen de la tercera vez.
El gallo no canta…ni cantará, pero Ud. si lo hace alto y claro, no se puede resumir mejor la situación que padecemos.