Nos volveremos a ver

Con un quinto de entrada en los tendidos se lidió una novillada de San Martín de escasa transmisión y poder. Los astados no se comieron a nadie y resultaron ser manejables en su conjunto. Sin embargo, las relativas facilidades para estar delante no se vieron reflejadas en opciones reales de triunfo. Ni por la vía del buen toreo ni por la de la épica.

Debutaba Abel Robles en Las Ventas y el catalán no regateó ningún esfuerzo durante toda la tarde. Mostró decisión y arrojo para suplir las posibles carencias lógicas producidas por su inactividad. Recibió a Carasucio con una larga cambiada en el tercio y pronto se hizo patente su justeza de fuerzas. Tras pasaportarse el tercio de varas con dos puyazos traseros, el catalán le dio sitio e intentó ligar las embestidas sin clase y a media altura del utrero. Estructuró una faena basada en la mano derecha y acabó aguantando tres miradas de Carasucio con los pitones prácticamente en la barriga que asustaron al tendido. Concluyó la faena con pinchazo y estocada excesivamente delantera.

Robles volvió a recibir a su segundo con otra larga cambiada en el tercio y un ramillete de verónicas abrochadas con una media. El novillo se mantuvo en el ruedo a pesar de algunas protestas por flojera o incluso por una leve cojera. Pésimo primer tercio rematado con una peineta por parte del picador Carlos Écija al tendido 7, que le había recriminado su actuación. El de Olot le dio distancia a Frasquito, que se venía franco a la muleta, siempre puesta por delante. Robles entendió al utrero y fue recortando distancias al mismo tiempo que el novillo se iba viniendo a menos. Cada vez tenía el recorrido más corto y salía despistado de la muleta del catalán. Llegados a ese punto, le dio algunos circulares por detrás, se lo dejó llegar cerca y finalizó el trasteo con unas ajustadas manoletinas. Estropeó la meritoria faena con la espada al pinchar y dejar una estocada al encuentro en su segundo intento. No hubo el estoconazo necesario para que asomaran los pañuelos. Deberá mejorar la suerte suprema y corregir la fea costumbre de muchos toreros, él incluido, de levantar la mano para vender unas estocadas que no lo merecen. Con su disposición, entrega y firmeza (exceptuando la espada) a pesar de ser su primera novillada de la temporada y tratarse del debut en Madrid, dio motivos suficientes para poder repetir en Las Ventas y sumar más festejos en la península.

Regresaba a Las Ventas Diego Fernández y ratificó la percepción que se tiene de él: la de un novillero con muy buen concepto del toreo. En su primer oponente, trazó naturales que por fin eran eso, naturales. Toreó con gusto y momentos de torería al flojo y soso novillo de San Martín. La faena alcanzó las cotas más altas con la izquierda que de haber habido un tendido más poblado se hubieran escuchado olés profundos en Las Ventas. En el cuarto de la tarde, se encontró más cómodo y por momentos pudo torear como a él le gusta. Fernández cargó la suerte, se encajó y dejó muletazos con ambas manos de bonito trazo. Francés empezó a quedarse corto y el novillero decidió ir a por la espada después de alguna mirada con peligro sordo. Mató de una estocada trasera y atravesada y se eternizó con el descabello. A lo largo de la tarde se le vio con ciertas inseguridades, que deben estar relacionadas con sus pocos paseíllos durante estos últimos años. Sin ser un torero que destaque por su valor y seguridad, por lo menos ayer no fue así, son necesarios este tipo de novilleros que torean distinto. Seguramente le costará más cuajar un utrero, seguramente le pegará menos pases que los otros, pero cuando lo consiga habrá valido la pena la espera.

El más rodado de los tres actuantes de ayer era Diego Carretero y lo demostró. El primero de su lote fue el más cómodo de presencia de los seis, pero acabó siendo el más molesto de comportamiento. Carretero se justificó con el de San Martín, que no pasaba y cuando lo hacía era con la cara alta. Faena demasiado larga para tan pocas embestidas. Mató de una estocada casi entera. En el último de la tarde puso voluntad el novillero de Hellín y le buscó las vueltas a Platero hasta ser cogido por el muslo sin graves consecuencias. Tiró de técnica para pegarle muchos muletazos que solo emocionaron a los albaceteños.

Los tres novilleros se fueron andando de la plaza más importante del mundo tras mostrar sus cartas y después de haber ofrecido motivos suficientes para contar con ellos en más festejos. A los que espero no volver a ver es a ninguno de los seis picadores que actuó ayer. Si ya es indignante que los picadores, con el beneplácito de novilleros y matadores, conviertan el tercio de varas en un trámite que hay que cumplir rápido, lo es todavía más cuando se piensan que vale todo lo realizado desde el caballo.

Madrid, domingo 3 de septiembre de 2017. Novillos de San Martín, bien presentados, manejables, con poca transmisión y flojos. Diego Fernández, ovación con saludos y silencio tras aviso; Abel Robles, leves palmas y ovación con saludos; Diego Carretero, leves palmas y ovación con saludos tras leve petición. Entrada: Un quinto de aforo.

Foto: Álvaro Marcos

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