No fue lo que parecía. Llevábamos meses viendo fotos de una terrorífica novillada de Antonio Silva que en la plaza no impresionó demasiado. No había para tanto. Quizás nos esperábamos más por todo lo que se había dicho. Fuertes por delante, sí, pero luego bajos y con menos remate en los cuartos traseros. Puede que se dejaran varios kilos al cruzar toda la península. Algunos de ellos, el primero y el tercero, salieron astillados de toriles. El empresario ya había anunciado por megafonía que habían decidido no arreglarlos -quitar las astillas, no penséis mal- en pro de la integridad. En comportamiento ni asustó ni emocionó, no se comió a nadie. Mansos y descastados de primero a último y con nobleza casi todos. Sea como fuere, no era un crimen lidiar esa novillada.
Destacó el lote de Francisco Montero, novillero con escasos contratos que busca fortunas en las capeas. Suplió sus carencias con voluntad y ambición. Él fue el que se llevó la tarde. Recibió al tercero con una larga en el tercio y ahí ya se puso la gente a su favor. Gabin Réhabi le picó dos veces, empujando con fuerza en el primero. En la muleta era un caramelo. Aprovechó las nobles embestidas de Groselha, sobre todo por el izquierdo. El toro hacía amagos continuamente de rajarse. Sus tandas eran de tres, como mucho, y el de pecho. Se le veía emocionado al rematar las tandas. Mató mal y cuando consiguió meter la espada la oreja ya se había esfumado. Dio una vuelta al ruedo con lágrimas en los ojos.
Todavía le esperaba el sexto. Inimigo tenía trapío y expresión de toro. Su cornamenta era descomunal. Fue el más fuerte de la tarde, pero quizás el menos complicado. Tenía un buen pitón derecho por el que basó su faena. De uno en uno fue dándole derechazos a un toro parado al que habían dado fuerte en el primer de los tres encuentros con el caballo. Por el izquierdo fue imposible ponerse aunque lo intentó ayudándose con la espada. Volvió a pinchar 4 veces antes acertar.
Abrió cartel Alberto Pozo, que sustituía a Aquilino Girón. Se las vio con Emigrado, un novillo con bastante cara y muy agarrado al piso. El toro nos regaló tres arrancadas mentirosas al caballo. Este de Antonio Silva también fue manso. Todos los muletazos que dio fueron con la derecha y desde la pala. No atacó en ningún momento. Habilidoso, le metió la mano para pasaportar el primer astado de la feria con una estocada trasera y tendida.
En su segundo tampoco le llegó el agua al cuello. No expuso nada ni pretendió quedarse para torear de verdad. Vino a matar una corrida de novillos y eso es lo que hizo lo más dignamente que pudo. Sin posibilidad de triunfo, decidió estar lo más profesional posible. Otra cosa sería entrar a valorar si le compensa pasar por todo esto sabiendo que es casi un milagro hasta para los que tienen cualidades.
Un mal rato pasó Cristian Pérez con sus dos oponentes. Tanto con Inesquevivel como con Bem-me-quer dio una imagen de novillero poco seguro. Dubitativo y con una ligereza de pies preocupante. No lo vio claro en ningún momento de la tarde y se hizo pesado en sus dos actuaciones. El primero suyo fue posiblemente el que más peligro tuvo ya que se metía por dentro y medía más. Por suerte para Pérez el utrero no tuvo poder. La mano izquierda, inédita. La gente le silbó al eternizarse con el descabello. Perdí la cuenta. En su segundo más de lo mismo. El toro no era tan malo como creía el novillero, pasaba más de lo que él confiaba. No se la dejó puesta para tirar de él en ninguna ocasión. Los aficionados ya empezaban a protestar una faena tan larga como vacía. No te puedes poner pesado cuando ni te pones en el sitio. La estocada al primer encuentro silenció los posibles pitos que se hubiesen escuchado.
Ficha del festejo
Boujan-sur-Libron (Francia), dos tercios de plaza. Sábado, 29 de junio de 2019. Novillos de Antonio Silva, mansos, descastados y nobles en líneas generales.
Alberto Pozo, silencio y saludos;
Cristian Pérez, silencio tras aviso y silencio;
Francisco Montero, vuelta y saludos.