Un barcelonés construyó, hace 250 años, la plaza de toros de Acho

La histórica plaza de toros de Acho (Perú), cumple este año la bonita suma de doscientos cincuenta años. Este acontecimiento no puede pasar desapercibido para la afición barcelonesa ya que el tauródromo limeño fue construido bajo el gobierno de un barcelonés muy popular: don Manuel de Amat y Junyent, el famoso virrey, que anda en comedias y en versos debido a su frágil corazón, quebrado bajo el fuego de la mirada de la “Perrichola“.

La afición taurina en el Perú se debe a que los Pizarro, la ilustre familia conquistadora, eran muy aficionados a la Fiesta y se cuenta que, en marzo de 1540, Francisco Pizarro alanceó tres toros de Matanzas para festejar su triunfo sobre el bando contrario de los partidarios de Don Diego de Almagro. Otra muestra de la gran tradición taurina peruana la encontramos en el siglo XVIII cuando era obligatorio, por parte de los universitarios que se graduaban de doctores, costear toda una corrida de toros. La misma Universidad limeña disponía de un arco, el de los Escríbanos, sobre la plaza donde se organizaba el festejo.


Ahora bien: es el virrey don Manuel de Amat y Junyent quien dicta el primer reglamento taurino del Perú, en 1768; su articulado estuvo vigente hasta 1817, en el que lo completó el virrey Peza. Pero el ilustre virrey catalán, apenas se hace cargo del virreinato en 1762, organizó cuatro famosas corridas de reses bravas. Más tarde, don Miguel Adríazén pidió permiso al virrey para construir una plaza de toros. Se armará ésta, al año siguiente, con la ayuda de otro ilustre barcelonés, Antonio Amat, hermano del virrey, en los “terrenos llamados del Acho“. No debió ser esta plaza muy resistente, ya que en 1765 se edificó otra, que es la que hoy perdura, a expensas de un egregio limeño: don Agustín Hipólito de Landaburu y Rivera.

Gracias, pues, a la diligencia de un barcelonés ilustre, don Manuel Amat y Junyent, Lima cuenta, desde hace doscientos cincuenta años, con una plaza de toros. El virrey Amat no sólo inauguró el primer festejo, en la plaza de Acho, en 1768, sino que se hizo construir una galería especial, para asistir, desde allí, al despliegue de los festejos.

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