María Jesús Gualda, ganadera de El Añadío, se encontró un día en el campo a una becerrita prácticamente muerta. Su madre no la quiso después de parir y no le dio de mamar. Muy pequeña y sin fuerzas, la cogieron para llevársela al cortijo, donde siguió sin querer comer ni tomar leche.
En esas fechas, un matrimonio de Barcelona llegó a la finca para hospedarse en una de las habitaciones dedicadas al turismo rural. La señora de Barcelona lo tomó como su casa y se dedicó a cuidar a la becerra, cada media hora le daba un poquito de leche, la movía y la calentaba. Esto se repitió durante varios días hasta que consiguió salvarle la vida a la vaquita. Por lo general, a las hembras se les pone un nombre que empiece por la misma letra y a poder ser por la misma sílaba que la madre. Gualda lo vio claro, esta becerra, hija de ‘Canastera‘, tenía que llamarse ‘Catalana‘ en agradecimiento a la señora barcelonesa. ‘Catalana‘ acabó convirtiéndose en una vaca importantísima en El Añadío, teniendo varios hijos de gran juego en plazas españolas y francesas.
Esta bonita historia la contó la propia ganadera en la conferencia organizada por la Federación de Entidades Taurinas de Catalunya en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. También intervinieron Jorge Cuadra, ganadero de Galbarín, y Paco Palmer, ganadero de Germans Margalef. La mesa redonda se puede ver grabada en el siguiente enlace: