A los 101 años, silencio monumental

La Monumental cumple 101 años. No me olvido. Yo no puedo. Hoy es 27 de febrero y parece que no haya nada que celebrar porque no hay fiesta, no tiene pinta de haberla ni parece que tenga quien la escriba.

Pero es un siglo y un año más. Ahí es nada. Cerrada a golpe de decreto desde 2011, sus puertas pueden volver a abrirse desde el pasado mes de octubre cuando llegó muy tarde la sentencia justa del TC. Tan tarde como escondida la llave que guarda y custodia Balañá, sin careta desde hace unas semanas, para impedir que Barcelona tenga toros. Desde entonces el silencio.

Silencio de los morantes, julis, jt’s, talavantes… y así del primero al último del escalafón. Silencio de los simones, choperas, lozanos, choperitas… y así del más honrado al más pirata de los empresarios. Silencio de los zabalas, arnás, benlloch’s… y así del más independiente al más complaciente del periodismo. Habrá habido excepciones que caben en los dedos de una mano con un denominador común en todo el sector taurino: la callada complaciente por respuesta. Pero el resto, el grueso, ni una palabra del toreo prohibido en Barcelona. Ni siquiera la Fundación del Toro de Lidia, que permanece sospechosamente tapada ante el ataque más frontal que ha sufrido la fiesta en mucho tiempo. Parece que no haya nada que decir por grave que sea salvo honrosas excepciones en los de la pluma. En el resto, ni díscolos al sistema ha habido.

Aquí cada uno es muy libre de posicionarse donde quiera, donde el sol más caliente o donde la cartera menos sufra. Pero posicionados y retratados quedan. Ese inmenso silencio al que obedecen les hace quedar en la posición del miedo, de la obediencia y, sí, de la vergüenza. No se han atrevido a alzar la voz por Barcelona, a decir que Balañá ha prohibido los toros en la Monumental. Esa posición escogida les convierte en cómplices de esa trama que aseguran continúan guionizando desde Salamanca. A los pies de Matilla según dicen. Callaítos es la orden. Y así es.

Duele el silencio. Duele que (casi) nadie escriba del expolio que la familia Balañá ha ocasionado al toreo más allá de la Monumental. Duele que no sean justos con una afición como esta. Duele hasta haber protegido a golpe de firma con aquella ILP para que ahora presuman de que la tauromaquia es Patrimonio de España.

Por tanto, un cumpleaños infeliz. Llegar a los 101 años para esto: silencio, cobardía y negación. Que más da el orden. Es la realidad. O al menos la mía que no pienso callar. De todas maneras, felicidades, Monumental.

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