La dura corrida de Raso de Portillo no remontó la feria de Ceret

Ni el cartel más rematado, con tres diestros muy queridos en Ceret y una ganadería que venía embistiendo, pudo remontar el vuelo de una feria floja en líneas generales. Sobre el papel, el serial organizado por la ADAC era de los mejores planteados en años, ofrecía suficientes alicientes para captar las distintas sensibilidades dentro del panorama torista y se entendió como una cita histórica. Prueba de ello es que la plaza presentó un aspecto genial, incluso lució mejor que algún festejo de temporadas pasadas. El ambiente fue espectacular los dos días, mañana y tarde.

La corrida de Raso de Portillo fue seria, dura y presentó muchas dificultados a los matadores. El sexto fue el de mejor calidad, humilló más que sus hermanos pero se fue viniendo abajo. Con él, Maxime Solera dejó algún muletazo meritorio en una faena voluntariosa que no terminó de romper. Solera le buscó el pitón contrario y trató de ligar muletazos con demasiada rapidez. Le faltó dar tiempo entre muletazo y muletazo, colocarse y volver a empezar. Ceret lo hubiera entendido y cantado mucho más. Antes, habían brillado dos miembros de su cuadrilla: Israel de Pedro a lomos de Destinado en un buen tercio de varas y Omar Guerra asomándose al balcón entre dos pitones terroríficos para dejar dos parsotes.

En el tercero de la tarde, fue el otro picador de la cuadrilla, J.L. Aillet el que se ganó la ovación del respetable al protagonizar el mejor tercio de varas de la feria. Quiromante se arrancó de lejos a por Destinado en cuatro ocasiones y Aillet le recetó todos los puyazos arriba en el mismo sitio. La pelea en el peto no fue nada del otro mundo, sí la actuación del francés moviendo el caballo de Bonijol y siendo preciso con la vara. La buena actitud de Solera no fue suficiente para encontrar el entendimiento con el de Raso de Portillo, que fue incierto y con muchas complicaciones para un torero en su segunda festejo como matador de toros. Ceret lo trató con exigencia, como debe ser, y Solera dio lo mejor que sabía, fue generoso luciendo a sus dos oponentes, trató lidiarlos bien, pero una vez más usó defectuosamente el estoque.

Ceret no pudo ver el buen momento que atraviesa Gómez del Pilar, que dejó su tarde más gris en el pequeño ruedo catalán. Le correspondieron en suerte dos astados difíciles que le pusieron en aprietos en más de una ocasión. Sobre todo el duro quinto, el más complicado de la corrida con el que el diestro no logró estar lucido. Su primero tampoco fue mucho mejor. Le exigió bastante  a Del Pilar, que de no poseer una muleta poderosa hubiera tenido todavía mayores problemas.

Fernando Robleño puede estar contento porque se escapó de una tarde que podría haber supuesto un cambio de ciclo en Céret. Sus dos compañeros de cartel venían pisándole los talones para subirse en lo alto del podio, pero no le hicieron ni cosquillas. Con oficio y técnica mató sus dos oponentes. En el primero de la tarde nos birló un tercer puyazo y se ganó una bronca de su público, con la muleta lo probó con precauciones e insistencia por ambos pitones. La inteligencia que le caracteriza fue suficiente para lidiar y matar el manso cuarto, que a medida que avanzaba la faena iba desarrollando más complicaciones. Tendrá que apretar el bueno de Robleño el año que viene pues hace demasiado tiempo que Ceret no vibra con una de sus faenas.

Los diestros mataron la corrida con la mayor profesionalidad posible, la tarde acabó sin pena ni gloria y se puso punto y final a una feria que no cumplió con las expectativas. A pesar de todo, se estuvo donde se tenía que estar y aunque no salieran las cosas según lo previsto nunca se tuvo la impresión de haber sido estafado.

Foto: Philippe Gil Mir

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