Maxime Solera conquista Andorra

Confiar en el azar, la casualidad o la suerte lo acostumbran a hacer aquellos que poco creen en si mismos. En el polo opuesto, imagino, se situará Maxime Solera, que a pesar de la dureza de la temporada consiguió cortar 4 orejas en la novillada concurso de Andorra.

Esta vez no solo demostró las ganas de querer ser alguien. Mostró también saber torear templado y suave cuando le salió un novillo propicio para ello. El tercero de la tarde, de Flor de Jara, tuvo una gran calidad en la muleta. Nobleza con humillación y una embestida casi a cámara lenta muy en la línea de Santacoloma. Solera entendió a la perfección a Prisionero desde el principio doblándose por abajo. El de Flor de Jara había recibido tres puyazos previamente. En los medios lo cuajó Solera con la mano derecha. La primera tanda sirvió para conectar con el tendido. “Este torero sí que sabe”, se dirigió emocionado un niño a sus amigos, que estaban sentados a mi lado. Seguían los muletazos largos y templados. Sin toques ni violencia. Con la izquierda bajó un poco el nivel puesto que el pitón bueno no era ese y el francés prefirió no insistir. Con la faena estaba hecha la quiso rematar con unas manoletinas ajustadas antes de dejar una estocada entera, pero baja (contraria normalmente, pero él mata con la izquierda) que le valieron dos orejas importantes. Prisionero fue premiado con una excesiva vuelta al ruedo.

El sexto de la tarde volvió a ser de Santacoloma, pero este via Coquilla. Sin embargo, el de El Añadío no salió como el buendía que hizo tercero. Tuvo una salida fría y pronto avisaron al matador de un problema de visión del astado. Recibió dos puyazos muy medidos que fijaron un poco al toro. Galán salía desentendido con la cara alta en cada muletazo. El francés le dejó la muleta en la cara para evitar la fuga. Consiguió hacerle embestir, con la cara a media altura, eso sí. Le faltó transmisión a Galán y Solera elaboró una faena derechista de mérito. Firmeza y quietud. Volvió a matar a la primera y la estocada volvió a caer baja, algo que no impidió cortar otros dos orejas, aunque de menor peso que las de Prisionero.

El primero de la tarde llevó el hierro de Saltillo. Diano cortó mucho en el capote de José Cabrera. No pasaba e iba a por el hombre. Los tres puyazos largos le corrigieron esa mala calidad al utrero. Sainete en banderillas por parte del novillero. Con excesivas precauciones estuvo durante toda la faena de muleta. Le costó quedarse quieto con el flojo Saltillo, que poco se empleó hasta que se apagaron sus embestidas. Mis compañeros de tendido, de 6 a 8 años, se distrajeron apostando sobre si la ayuda era el estoque de matar. Acertó Asier, que vaciló a sus amigos cuando Cabrera fue a por la espada. “¡Veis, ha cambiado la espada de juguete por la de verdad!”. Y con esa mató el Saltillo con una estocada entera pero trasera. Cayó el toro y Cabrera lo celebró como un gol. No coló y el público le obsequió con un silencio.

“Mira, mira que toraco” avisó Adrián (Adri para sus amigos) a sus colegas cuando salió el segundo de la tarde. Gentuza, negro mulato, de Isaías y Tulio Vázquez era imponente. Cumplía cuatro años este mismo mes y el trapío era digno de una plaza de primera. Daniel Menés ordenó que le dieran fuerte en el caballo. Y así fue. Entró tres veces al caballo, casi por insistencia de los de luces. El picador le agujereó todo el lomo y le hizo una raja en el costado. “Imagínate ponerle un Supergato en el agujero ese”, dijo uno. “No seas bestia”, le contestó otro. Los demás habían empezado a comer patatas y no reaccionaron. Cuando se quedaron solos Menés y Gentuza las cosas poco mejoraron. Muy desconfiado durante toda la faena con un toro que no se comía a nadie. Nada a resaltar. Con la espada se eternizó y escuchó dos avisos. 

Afilador, de Aurelio Hernando, hizo honor a su nombre con dos pitones tan astifinos que asustaban. Cabrera salió con más disposición en este cuarto y lo recibió con una larga cambiada en el tercio y prosiguió por verónicas. Al veragua se le dio en las tres varas que tomó. Mejor en banderillas con un tercer par al violín. “¿Quién se viene a la feria después? “Yo ayer le robé la escoba a la bruja”, comentó Sergio con la boca llena de ganchitos. Cabrera estuvo voluntarioso con la muleta y le pegó pases al noble Afilador. La faena desprendía cierta vulgaridad, pero él lo seguía intentando. Un estoconazo le valió una oreja justa.

El quinto de la tarde también haría honor a su nombre. Por lo menos para su matador. Malasnoches, de Fernando Guzmán, al igual que sus rivales recibió tres puyazos. No tuvo raza ni clase este, también, de santacoloma buendía. Pasaba por ahí, sin más. Sin historia tampoco esta actuación de Menés. Mientras el novillero se atascaba con la espada llegó la frase más cruel de los niños. “Este es super malo, yo no le doy ni agua del vater”, se quejó indignado el mayor de los chavales. De la imagen tan lamentable que dio el madrileño se dieron cuenta hasta ellos. Entre pitos y algún desprecio, abandonó la plaza al matar su toro para volar a México. Tendría la cabeza en México, porque en Andorra desde luego que no.

Terminada la novillada cada uno se dirigió su próximo destino. Unos se fueron de vacío al país azteca, otros a su casa, Maxime y su cuadrilla a Trillo donde torean hoy, otros se marcharon contentos a Barcelona y otros con la barriga llena a dar guerra en el tren de la bruja.

FICHA DEL FESTEJO:

Andorra (Teruel), menos de tres cuartos de plaza. Sábado 8 de septiembre de 2018. Novillada concurso: Saltillo, incierto en el capote y justo de fuerzas; Isaías y Tulio Vázquez, imponente de trapío pero sin poder; Flor de Jara, con calidad y humillación, fue fue premiado con la vuelta al ruedo; Aurelio Hernando, noble; Fernando Guzmán, manso y desrazado y El Añadío, rajado.

José Cabrera, de sangre de toro y oro. Estocada trasera (silencio) y estocada entera (oreja).

Daniel Menés, de verde botella y oro. Seis pinchazos, un bajonazo, dos descabellos y dos puntillazos (pitos) y tres pinchazos y un pinchazo hondo trasero (bronca).

Maxime Solera, de azul marino y oro. Estocada baja (dos orejas) y estocada baja (dos orejas).

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