En nuestra Fotocrónica Taurina Catalana queremos recordar, esta semana, al célebre toro “Potrico”, de la ganadería de los señores hijos de Pablo Romero, que fue indultado en la Monumental barcelonesa hace cuarenta y ocho años.
El jueves 23 de mayo de 1968, festividad de la Ascensión, se anunció en Barcelona un interesante cartel compuesto con seis astados de Pablo Romero y los matadores Dámaso Gómez, Limeño y Andrés Hernando. El encierro resultó excepcional por su gran bravura y posibilitó en gran medida el lucimiento de la terna actuante. En sexto lugar saltó a la arena barcelonesa el toro “Potrico”, hijo del semental Comilón y de la vaca Potrica. El cornúpeta, de acardenada pinta y magnífica estampa zootécnica, estaba marcado con el número 59 en los costillares y pesó 513 kilos en la báscula. De pitón a pitón medía 64 cm y desde la cepa a la punta del pitón, 53 cm. Potrico tomó un largo puyazo derribando el caballo y otra vara recargando. El precioso burel dio muestras de una extraordinaria bravura en la muleta de un torerísimo Andrés Hernando que se recreó en el toreo al natural. A Potrico le perdonó la vida unanimamente la afición barcelonesa cuando Hernando se disponía a darle muerte.
Potrico llegó a las corraletas de la Monumental con heridas muy graves y con una elevadísima temperatura. Costó más de una hora en que entrase al cajón de curas. Se le administraron tónicos cardíacos y se le desbrozaron las heridas, retirándosele los coágulos de sangre y administrándole gran cantidad de antisépticos. El toro reaccionó admirablemente y se dejó curar sin moverse. En las primeras 48 horas se le administraron ocho millones de unidades de penicilina, seis gramos de estreptomicina y 6000 unidades de suero antitetánico.
Potrico murió en la primavera de 1977 después de siete años como semental.