Tomás Campuzano: “Barcelona, taurinamente, no está muerta”

Con discreción y casi en silencio, la Casa de Granada en Barcelona organizó un coloquio taurino con Tomás Campuzano como protagonista principal.

Nacido en Écija, pero trasladado a Gerena de pequeño, se cría en el campo, junto a las fincas de Marqués de Albaserrada y Lora Sangrán. Esta proximidad con las ganaderías y la afición de su padre influyen fuertemente para que 5 hermanos se dedicaran al mundo del toro: José Antonio, Tomás y Manuel son matadores de toros, Rafael fue picador y Javier, novillero. Campuzano comentó también que “el Dígame fue la responsable de la zaga Campuzano”, revista que compraba el padre para informarse del mundo taurino y todos veían fotos de toreros al ojearla.

Mientras José Antonio intenta ser torero, Tomás sigue trabajando en el campo. Se necesitaba el jornal en casa. “Cuando se está de pastor de ovejas se tiene mucho tiempo para pensar. Yo quería salir de ahí y la única forma para hacerlo era el toro. Veía pasar los coches y aviones y no sabía dónde iban”, recordó Campuzano. 

El día de la alternativa del hermano es cuando decide que intentará ser torero a pesar del miedo que siente. Él lo veía casi imposible ya que “el toro bravo me daba pánico”, pero se fija un plazo de 5 años. Si no lo consigue en ese tiempo desistirá. Dos años antes, acude a una fiesta campera en la que estaba invitado José Antonio. Es ahí cuando se pone por primera vez delante de una becerra. El animal le propinó varias volteretas cada vez que intentaba darle un muletazo. “Yo no desistía por la rabia de querer dominar el animal”, pero unos banderilleros y su hermano le dieron algún consejo para conseguir que pasara la becerra. Reconoció el torero que “esa fue mi mayor virtud como matador, la de ponerle inteligencia al animal”. Después, a lo largo de su trayectoria, consiguió triunfar en casi todas las plazas y mató todo tipo de toros. No quiso olvidarse de los toros de Miura por ser “los más difíciles de lidiar”. 

Al cortarse la coleta en Lima “siento que mi vida no tiene sentido”. Al matador le entran dudas en ese momento. ”¿Dónde voy yo sin estudios?”. Es entonces cuando empieza a hacer labores de veedor, pero no es hasta que empieza a acompañar a Javier Conde cuando ve que lo que le llena es viajar y aconsejar a toreros. A partir de ahí entra en la faceta de apoderado y en la actualidad lleva a Alberto Lamelas y a García Navarrete.

Tomás Campuzano, que mató el último novillo en Las Arenas en el año 1977, comentó que “Barcelona, taurinamente, no está muerta. Las raíces están y solo hay que regarlas un poco para que vuelva a florecer”.

En la mesa estaban también presentes Paquita Marín, presidenta de la Casa de Andalucía en Barcelona; José Cisneros, que hizo una larga introducción del acto contando su infancia y batallitas en capeas y Marilén Barceló. La concejala de Ciutadans por Barcelona abogó por la libertad en su discurso político. 

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