La novillada tenía varios alicientes. Empezando por ver el juego de la ganadería portuguesa de Vinhas, la actuación del maletilla venezolano Sebastián Castillo también despertó la incertidumbre de ver al que dicen uno de los últimos bohemios del toreo.
Los novillos portugueses tuvieron buena lámina y presentación. Cumplieron en general con los caballos, entrando, como el segundo, hasta cuatro veces. También los hubo que mansearon, como cuarto y sexto. Y a todos les faltó final en la muleta. Casta, en definitiva, bajo el denominador común de la docilidad.
Abel Robles también formaba parte del aliciente, en especial para la sufrida afición catalana. Numerosos aficionados llegados desde tierra prohibida para ver a uno de sus escasos representantes. El de Olot vivió la cara amarga de ver como el segundo regresaba con vida a los corrales. Aún pudo ser peor si la horrorosa voltereta y peor caída hubiera tenido consecuencias. Antes, recibió a la verónica al novillo que recibió cuatro puyazos y fue excelentemente picado por Manuel Benítez. Buena lidia también, tras la que Robles le enjaretó dos tandas a derechas, dándole distancia al novillo. Llegó al tendido, que vio como el de Vinhas dijo basta y empezó a hacer caso omiso a los cites. Después vino lo contado al principio y todo quedó en decepciones. El quinto, con aspecto de hombre, no tuvo mayor historia, con su embestir al paso sin humillar. A este si lo mató pronto, de una estocada desprendida.
Abrió plaza el colombiano Guillermo Valencia, suelto, puesto y capaz. Dirigió bien sus lidias y se encontró con el mejor novillo del sexteto, el cuarto. Su labor se desarrolló entre la superficialidad, mejor cuando se echó la muleta a la izquierda. Faltó mayor entidad y profundidad. Pudo obtener premio, pero un pinchazo, dos medias y dos descabellos esfumaron toda posibilidad. Ya en el primero había estado fácil ante un novillo sin humillar y sin casta. Anduvo fácil con la tizona.
La incógnita de Sebastián Castillo se empezó a esclarecer con el muy flojo tercero, de nombre Tabaquero I, marcado con el número 45. El sexto fue noble y de corto recorrido. Se benefició de las pocas complicaciones de su lote y quedó la sensación de que de otra manera la mañana se podría haber complicado. Intentó plasmar su concepto en su corta estatura, aunque lo consiguiera en pocas ocasiones, condicionado por su escasísimo bagaje. Anduvo breve con la espada, que no siempre bien. Se atascó con el descabello en el que cerraba plaza.
Hoy sí cabe destacar la buena predisposición de los picadores a realizar la suerte con pureza. Al ya mencionado Benítez, cabe sumar a Miguel Ángel Sánchez que picó al primero. A pie, las lidias de Fernando Casanova, Diego Veloso (que además saludó tras parear al quinto) Pablo Saugar y Rafael González también fueron dignas de mención.
Y así, con las incógnitas resueltas, finalizaba la novillada que precede al cierre de la feria de Céret. Queda una dosis de calor. La echaremos de menos hasta el año próximo.
Domingo, 17 de julio de 2016 (matinal) Plaza de toros de Céret. Casi lleno. Seis novillos de Mario y Herederos de Manuel Vinhas, bien presentados, astifinos. Cumplieron en el peto y acusaron falta de casta para el final en la muleta.
Guillermo Valencia (ovación en ambos), Abel Robles (silencio tras tres avisos y silencio tras aviso) y Sebastián Castillo (silencio y silencio). Los tres debutaron en Céret. Además, Castillo lo hizo con picadores.